Los despidos forman parte de la toma de decisión del antiguo propietario », Así despachó Luis Gamón la explicación de la carta de despido que Francisco Checa entregó ayer a Jesús García Pitarch, director general, y a su grupo de colaboradores, el secretario técnico, Moisés García León, el director de Comunicación, Jordi Bruixola, y a José Ignacio Soler, encargado de la cantera. Todos llegaron en el verano pasado y el 30 de junio se marcharán, ya que su intención es estar a disposición de la nueva propiedad hasta esa fecha.

Lo que también dejó entrever Gamón es que la indemnización para Pitarch, al que le quedaban dos años de contrato, también debía corresponder a la anterior propiedad. Ese despido estaba cifrado en unos 200.000 euros, teniendo en cuenta que los emolumentos de Pitarch rondaban los 1,3 millones de euros por temporada, si bien en esa cifra también están incluidos los salarios de sus tres colaboradores. El todavía director general no quiso hacer declaraciones y solo realizó un comunicado, donde también dejaba claro la autoría de la decisión y que iba a cesar en sus funciones a finales de junio.

«Queremos agradecer el trato y el afecto recibido y nos ponemos a disposición de los nuevos propietarios del club. Ha sido para nosotros una satisfacción grande pertenecer y representar a este gran club», añadió Pitarch en su comunicado de despedida. Ni un año van a estar Pitarch y su grupo de colaboradores en el Zaragoza. El 8 de julio, el director general desembarcaba en una decisión tomada por Agapito, pero en la que tuvo mucho que ver la LFP. Con Paco Herrera ya fichado, la llegada de los nuevos directivos cambió la fisonomía del trabajo realizado y Pitarch tuvo que lidiar con el estricto ajuste de la Liga tras el descenso para confeccionar una plantilla en la que Herrera ya no tuvo apenas voz y voto.

PROBLEMAS

Las salidas amistosas de los descartes (Apoño, Pinter, Loovens, Edu Oriol...), el despido de Zuculini, por el que el propio Pitarch pidió perdón y que acabó en demanda en la FIFA, la desilusión del técnico y el comienzo de los roces con Checa y Cuartero, la guardia pretoriana de Agapito, fueron sucediéndose a lo largo del verano. Y el difícil comienzo de Liga no hizo más que aumentar la brecha.

Con Pitarch en Suramérica, llegó la peor racha del equipo y Herrera estuvo al borde del despido. No se fue porque no hubo acuerdo en el sustituto (Bordalás era el preferido) y por las penurias económicas. Se planeó una revolución en enero, con bajas para hacer fichajes, que las demandas de Movilla, Paredes y José Mari dinamitaron, aunque enero fue el mejor mes del equipo. Solo llegó Arzo, José Mari salió acabado el mercado, pero Movilla y Paredes, tras no pocos conflictos con el Pelado, lo hicieron con un despido en la mano.

El 6 de marzo Pitarch, además de defender una reducción de los gastos del club en casi 20 millones, hizo oficial su deseo de comprar el paquete accionarial de Agapito, con tres empresarios aragoneses más en una oferta global de 6 millones. Fue un órdago que separó ya del todo al dueño del director general, algo que quedó escenificado en la desautorización del soriano al comunicado del club por Movilla. Antes de esa desautorización Pitarch fue capaz de convencer a Víctor para que tomara las riendas del equipo, pero en las últimas semanas ya se sabía fuera, siguiera Agapito o llegara una nueva propiedad. Su única esperanza radicaba en un aterrizaje tutelado por la Liga. Pitarch ha renegociado algunos pagos pendientes y ha mantenido el día a día de su trabajo, dejando ya las cuestiones de gran calado, como la negociación con Hacienda. Ayer recibieron la carta de despido y él y su grupo se van como otras víctimas, las últimas, de la trituradora de Agapito.