La medicina rural en Aragón no atraviesa su mejor momento. Al menos, así lo entienden los profesionales sanitarios que desempeñan su labor en pueblos de la comunidad y que denuncian numerosas carencias que dificultan su tarea diaria. Entre ellas, la falta de cobertura de plazas, problemas en la red o la obligatoriedad de usar su propio coche para desplazarse a dar consulta a otros municipios, a lo que se une lo que consideran una escasa cantidad económica con la que el Salud abona el kilometraje.

Precisamente, este último aspecto es uno de los que más escuecen entre los médicos rurales. De hecho, la reivindicación de mejoras en este ámbito se llevan produciendo desde hace años. Médicos y enfermeros recurren a su propio coche tanto para desplazarse a su lugar de trabajo desde casa, si así lo consideran, como para trasladarse a los pueblos donde deben pasar consulta, si bien la Administración solo abona el kilometraje de estos últimos casos. Lo hace ahora a 0,08 euros el kilómetro.

PARA GUARDIAS

Cada consultorio dispone de un coche del Salud que, sin embargo, solo se utiliza para guardias y para el personal de atención continuada, a partir de las 15.00 horas. Se trata de un utilitario normal, sin ruedas de nieve y con el que resulta difícil transitar por un camino helado. En la jornada laboral, los profesionales deben usar su propio vehículo.

«Todo el mantenimiento y el seguro, así como combustible o ruedas deben ser asumidos por el sanitario cuando otros funcionarios de otros departamentos sí llevan coche de empresa», lamenta Jesús Rodrigo, secretario general de Sindicatos Médicos de Atención Primaria de Aragón.

El colectivo entiende que tanto los sanitarios como los docentes son los principales damnificados por esta falta de coche oficial, ya que deben recorrer muchos kilómetros al día para pasar consulta o dar clase y no lo hacen en «las mejores condiciones». Carreteras nevadas, temporales o accesos imposibles suponen escollos de consideración sobre todo en los meses de invierno en la provincia de Teruel o en el Pirineo, donde a veces resulta imposible desplazarse para atender a los pacientes. «En caso de accidente dentro de tu zona, el Salud asume lo que no está cubierto por tu seguro a través de una comisión de valoración, pero el importe que debe pagar ahora es menor porque la mayor parte de los trabajadores no se fía y contrata un seguro a todo riesgo o con franquicia al tener que usar su propio coche, por lo que el Salud solo abona esa franquicia», explica el representante sindical.

POCOS FONDOS

La demanda es conocida por la Administración, que, según los sanitarios, recurre a la escasa disposición de liquidez para desestimar tanto la disposición de vehículos oficiales como un incremento de la cantidad a abonar en concepto de kilometraje. «Dicen que hay muy pocos fondos. Lo que nosotros pedimos es, obviamente, un vehículo propio en primer lugar para lugares con mucha dispersión, pero, si esto no puede ser, aumentar a 20 céntimos por kilómetro lo que nos pagan por usar nuestros coches para trabajar, una cantidad más acorde a lo que se abona en otras comunidades», expone Rodrigo.

El colectivo subraya que hay profesionales que tienen a su cargo hasta siete núcleos distintos de población y pueden hacer hasta 70 kilómetros diarios. Entre médicos y enfermeros, alrededor de un millar de profesionales sanitarios de la medicina rural recurren cada día a su coche para pasar consulta por los pueblos. También lo hacen pediatras de Atención Primaria que tengan asignadas varias zonas de salud a su cargo -por ejemplo uno que lleve Cella y Albarracín o el que tiene que atender unos días en Monreal y otros en Santa Eulalia; o el profesional de Mora de Rubielos que debe desplazarse también a Sarrión y Mosqueruela--. Es el caso, también, de trabajadores sociales o matronas que tengan asignadas varias zonas de salud.

MÁS PROBLEMAS

Pero este no es el único problema denunciado por los sanitarios rurales. A eso se une la ausencia de banda ancha en numerosos municipios, lo que ralentiza la atención u obliga a recurrir a los datos del móvil personal o, si no hay cobertura, a la grafía a mano. Asimismo, los profesionales claman por recuperar el nivel adquisitivo previo a los recortes del 2010.

Aunque, sin duda, otro de los grandes escollos que deben sufrir se refiere a la falta de cobertura de plazas en algunos lugares considerados de compleja cobertura. «Con las jubilaciones estamos teniendo muchas dificultades para ocupar plazas estructurales. A pesar de que la Administración permite desde hace unos meses aplazar las jubilaciones, hay muchas vacantes en el medio rural y las bajas se cubren por parte de los propios compañeros del centro. Se trata de parches y apaños. Conforme nos vamos jubilando los que vivimos en el medio rural, la inmensa parte de los que nos sustituyen viven en la capital, y nadie viene a los pueblos o se plantea traer a la familia», expone Rodrigo.

Por eso, los profesionales demandan al Salud que, en lugar de incentivar, como ha hecho, ocupar una plaza en una zona de salud de difícil cobertura, se haga con puestos de salud porque «en una zona puede haber una plaza apetecible y otra que nadie quiere. Se contempla igual todos los puestos en una misma zona, pero no es así. Albarracín es un sitio de difícil cobertura por la altitud o el duro invierno. O Valdecuenca, con siete núcleos más. Esos son los puestos que hay que incentivar», dice Rodrigo

De hecho, hay «tres o cuatro» puestos sin cubrir por bajas «porque no hay personal en bolsa para hacerlo», así que son los propios compañeros los que sustituyen esa ausencia. Los recursos disponibles ante esas contingencias son médicos de refuerzo que hacen sustituciones hasta lograr que llegue alguien o, incluso, profesionales de otras nacionalidades.