En los países subdesarrollados sufrir un cáncer todavía supone un estigma grave para muchas personas, pero sobre todo supone una muerte lenta. En los lugares en los que casi no hay recursos es prácticamente inimaginable dedicarlos a alguien que sufre una enfermedad terminal», explica el doctor Rolando Herrero, miembro de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El cáncer es una de las principales causas de mortalidad a nivel mundial, pero no afecta igual en todas las partes del mundo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, más del 60% de los nuevos casos de cáncer anuales ocurren en África, Asia, y América del Sur y Central, países en los que los casos mortales suponen el 70% del total mundial.

Entre el 5% y el 10% de los casos pueden deberse a factores hereditarios, pero el resto depende de muchos otros factores, como el entorno y los hábitos. A pesar de ello y aunque en números absolutos afecta más a los países subdesarrollados (cerca del 57% de los casos), esta enfermedad tiene una mayor incidencia en los países desarrollados, donde hay más casos por habitante. Este hecho, que los expertos atribuyen al estilo de vida de estos países, no quita que la forma de vivir esta enfermedad en unos y otros es completamente distinta.

«Muchas veces, cuando las personas enferman, sus familiares les abandonan, tanto porque no pueden asumir el coste del tratamiento como por el desconocimiento de la enfermedad y el miedo», asegura la hermana Luzmila Cardona, que ejerce de voluntaria de un proyecto de acogida y atención gratuita a enfermos de cáncer en fase terminal en las calles de Ecuador.

«Es importante conseguir que los gobiernos se impliquen en la reducción de los malos hábitos de la población, como la falta de higiene y el tabaquismo, y que se hagan esfuerzos por generalizar el acceso a los tratamientos paliativos. En muchos lugares, por temores infundados, no se receta morfina», añade con resignación el doctor Herrero. En el 2012, esta enfermedad causó cerca de 8,2 millones de muertes, de las que más del 30% se podrían haber evitado modificando o eliminando algunos hábitos como el tabaquismo, la obesidad y el consumo de alcohol, y reduciendo el contagio de las enfermedades de transmisión sexual.

«En muchas ocasiones la cura del cáncer pasa por la consecución de los derechos humanos», sentencia el doctor Herrero. «Obviamente, en un país en el que todavía se lucha por conseguir acceso al agua potable el cáncer no es una prioridad», apunta el doctor Antoni Agudo, jefe de la unidad de Nutrición y Cáncer del Institut Catalán de Oncologia.

Richard Sullivan, director del Instituto KHP de Políticas para el Cáncer y la Salud, en Londres, asegura que «actualmente muchos países luchan para ofrecer paquetes de servicios de salud básicos. Añadirles la necesidad de crear políticas para el cáncer con estándares de países desarrollados es ir demasiado lejos», explica el doctor Sullivan.

Pero hay países que, dentro de sus limitaciones, han dedicado esfuerzos a tratar de controlar esta enfermedad. En el caso de la India, un país altamente poblado y en el que la incidencia del cáncer es realmente alta, el Gobierno decidió crear el Centro Nacional de Investigación Informática de Enfermedades convirtiéndose en uno de los primeros países en iniciar una política comprensiva de control nacional del cáncer.

Las estrategias comprendidas en este programa tratan de crear bases de datos sobre esta enfermedad en el país para después poder actuar con conocimientos en el cambio de hábitos de la población o en el diagnóstico temprano. Como en el caso indio, Jordania centró su política en la prevención mediante planes de control del tabaquismo, educación alimentaria o consejos de higiene.

Tristemente, los casos de países con rentas bajas que llevan a cabo políticas efectivas contra el cáncer todavía no son ni mucho menos mayoría. Y el trío que forman la pobreza, la ignorancia y los hábitos poco saludables hacen de África el continente más vulnerable a esta enfermedad. Tan solo 17 de los más de 50 países africanos tenían una política de control del cáncer en el año 2010.