La Policía registró anoche durante hora y media la vivienda de Daniel Pérez Berlanga en Bronchales, en su presencia, y se llevó cinco cajas con material --una de ellas probablemente enseres personales, ya que la metieron en el mismo coche que el detenido-- de vuelta a Madrid, para su análisis. Comprobarán así si la versión de la fabricación casera del artefacto, siguiendo instrucciones de internet y la televisión, concuerda con el material que guardaba en casa. Al parecer, sí contaba con todo lo necesario.

A las 21.35 horas terminaba el registro y con él un largo día para los vecinos de Bronchales que apenas podían asimilar las informaciones que iban llegando sobre su vecino. Incluídos sus padres, que permanecieron recluidos en la vivienda familiar con escolta policial todo el día.

El padre, exalcalde y ahora pintor, no abrió el negocio y la madre volvió de su trabajo como cocinera en Teruel en cuanto se enteró de la noticia, a primera hora de la mañana. Según fuentes de la localidad, el detenido también tiene una hermana, que vive en Zaragoza.

Algunos amigos de la familia se acercaron a la casa, pero ni llegaron a entrar ni quisieron hacer declaraciones, salvo un rápido desmentido sobre los problemas con las drogas que ya se estaban difundiendo. El alcalde, Francisco Nácher, indicó que había podido hablar con el padre unos minutos, pero estaba tan afectado que no pudo decirle nada coherente.

El matrimonio solo salió de su vivienda aproximadamente 20 minutos antes de que terminase el registro, presumiblemente para poder ver a su hijo, unos diez minutos. Luego volvieron a su casa.

La Policía Científica y los Tedax de la Jefatura Superior de Policía de Aragón dieron cobertura a la operación colaborando en el registro, aunque desde el principio pareció claro que en la vivienda no había materiales realmente peligrosos, ya que el resto de vecinos pudo seguir entrando y saliendo del bloque con normalidad.

Esa llamativa circunstancia fue la tónica de la jornada. Pese al asombro en el que se encontraban los vecinos, no había excesivo movimiento en las calles del pequeño pueblo de la sierra de Albarracín, célebre por el turismo, el agua mineral y el jamón.

Menos movimiento vecinal aún se registraba en el entorno de la vivienda de Daniel, donde no se acercaban más que los residentes y un solo curioso, quizá para evitar las preguntas de los periodistas concentrados.