Dice el tango que 20 años no es nada. Pero que un proyecto cultural y más en nuestra comunidad llegue a las dos décadas de vida es, más que un logro, casi un milagro. De ahí que Sergio Falces y David Chapín, organizadores de los Premios de la Música Aragonesa, se mostraran anoche exultantes en la gala del aniversario y admitían que «el hecho de haber llegado hasta aquí, ya es una celebración».

Y es que la entrega de los galardones de la música aragonesa fue eso, una fiesta, una auténtica celebración a la que no faltaron invitados ilustres y en la que se repasó la banda sonora de estos 20 años de canciones y premios a través de audiovisuales y actuaciones en directo que pusieron la nota entrañable del cumpleaños.

Con esta predisposición festiva, la gala, que presentaron Irene Alquézar y Luis Cebrián, comenzó ya con sorpresas, pues en el vestíbulo del Teatro Principal de Zaragoza el cartel oficial de los premios había tomado vida, y un actor vestido de Alfonso el Batallador con gafas de sol y guitarra eléctrica recibía al público y a los músicos nominados.

Ya dentro, un vídeo hablando de aquel 1999 en el que se otorgaron los primeros premios abrió el fuego, que continuó, claro, con música. Fue otra sorpresa, pues era la primera vez que en los premios actuaba una orquesta, en este caso la del Conservatorio Municipal de Música de Zaragoza, acompañada en la voz por uno de los nominados, Sergio Sanz. La escuela recibiría poco después el Premio Itinerante, que este año se dedicaba a un proyecto educativo.

Y así las cosas comenzó la entrega de las estatuillas firmadas por José Azul, con Joaquín Pardinilla Sexteto como triunfador numérico, ya que fue el único nominado que consiguió hacerse con más de un galardón. En concreto dos, el de Mejor Grupo y el de Otras Músicas. Los propios músicos de la formación fueron los también encargados de entregar, junto a una representación del grupo original de Chicotén, el Premio Especial a la Agitación a Plácido Serrano, cerrando así el círculo por el que se reconocía su labor con la colección de libros discos LCD Prames. Chicotén protagonizó el primero de ellos, Joaquín Pardinilla Sexteto Ver para creer, el que ha cerrado la colección después también de 20 años.

CONSAGRADOS Y NOVELES

El resto de los premios estuvieron totalmente repartidos, y fueron de alguna forma el reflejo de la riqueza musical de nuestra comunidad. Nombres consagrados se mezclaron con las nuevas generaciones que vienen pegando fuerte y los acordes del rock se combinaron con el rap, los sonidos electrónicos, las canciones en lengua aragonesa…

Así, dos grandes figuras de la música no solo aragonesa sino internacional recogieron sus premios a Mejor Solista, Santiago Auserón; y Mejor Directo, Kase.O. Todo un ejemplo en ambos casos de lo que es un compromiso firme con su tierra y con sus músicos, sobre todo con ese buen número de gente joven que está empezando y a la que su presencia les hace sentir partícipes de un colectivo de los que ellos son referentes.

Más premios. Pardiez se llevó la estatuilla a Mayor Proyección, la única elegida por votación popular; El don del vuelo sin el arte hermano del aterrizaje, de Tachenko recibió la estatuilla al Mejor Álbum. La Mejor Producción recayó en El incendio perfecto, de Pecker, quien mandó un mensaje audiovisual desde Estados Unidos, donde se encuentra de gira. Óscar Sanmartín ganó el premio a la Mejor Portada, por su diseño del disco Cangrejus, proyecto efímero que tuvo el añorado Sergio Algora en paralelo a El Niño Gusano y que publicó el pasado año Madmua Records; Nuei protatonizó la última actuación de la noche tras recoger antes el premio a la Mejor Canción en Lengua Autóctona por sus Mil parolas. Los jovencísimos Lux Naturans se llevaron el premio al Mejor EP por A Monster Sleeping y la Mejor Canción fue Sin mirar atrás de Los Modos.

Mr Pendejo repitió por segundo año como Mejor Disc Jockey. Para Las Armas fue el de Mejor Programación y Niños para siempre, de Niños de Brasil, realizado por Javier Pérez Salinas, ganó en la categoría de Mejor Vídeo.

Otra de las sorpresas de la noche fue el premio Especial a la Trayectoria que recibió el periodista Antón Castro de manos de su colega y amigo Miguel Mena, mientras que la banda León Benavente recibió el Premio Global, destinado a bandas o músicos de fuera de Aragón que tienen relación con esta tierra. Su bajista, el zaragozano Eduardo Baos, actuó después junto los también galardonados Tachenko.

Hubo más tiempo para las celebraciones, el recuerdo y los regalos sorpresa, como la actuación de María José Hernández y la que que ofrecieron desde un palco Nacho Estévez El Niño, con su guitarra, y Fernando Frisa cantando un tema de Malamente, el grupo del segundo. Eran dos de los músicos que participaron en los primeros premios entregados en 1999 en la sala Morrisey y que venían también así a poner la guinda a esta tarta musical con 20 velas. Que 20 años no son nada, pues lo mejor está por venir.