Tendrán que pagar hasta 16 millones de las antiguas pesetas durante los próximos años, pero ayer estaban todos contentísimos. Los 320 afortunados con una Vivienda de Protección Oficial (VPO) en Parque Goya II parecían actores a la espera de recibir un oscar o científicos a punto de recoger el Nobel. Sentados en las butacas de la sala Mozart del Auditorio, sólo tenían ojos para el escenario, en donde estaban todos los juegos de llaves. Cuando Marcelino Iglesias y el resto de autoridades empezaron a repartir los sobres, más de uno lo abrió inmediatamente para cerciorarse de que allí estaba el manojo de llaves. Y a alguna madre se le escapó una lagrimilla al ver que su hijo ya tenía otro nido.

Sergio y Mar forman parte de este grupo de agraciados con un piso en Parque Goya II, entre el Actur y la Academia General Militar. Fueron de los primeros en recibir las llaves (y la enhorabuena de las autoridades) y en cuanto se hicieron con ellas pusieron rumbo a su nuevo hogar. "Es que mañana hay que pintar, porque queremos instalarnos el próximo sábado", asegura Mar.

Sus trabajos están relacionados con el cálculo --Sergio, de 30 años, es ingeniero, y Mar, de 29, estadística-- y desde luego sus planes encajan perfectamente, porque esperan un niño que nacerá dentro de tres semanas, más o menos. "Justo cuando ya estemos viviendo en la nueva casa", destaca Sergio.

El gran momento

Al llegar a la puerta de la urbanización no pueden contener la alegría. "Es que han sido tres años esperando a tener esta casa", resalta Mar. Entran a la plaza y allí, en el centro de los bloques, descubren las piscinas (una grande y una para los niños) y la zona de juegos infantiles. "Aquí podremos columpiar a Víctor", señala Sergio. El pequeño Víctor se mueve dentro de su madre, pero todavía le faltan unas semanas para ver la luz.

Ya están en el portal. "Desde abril del 2001 esperamos este momento", recuerda Mar. "Nos apuntamos a 200.000 promociones de viviendas protegidas, pero nada. Al final tuvimos la suerte de que nos tocaran dos, ésta y otra en Montecanal, pero nos quedamos con ésta porque está más cerca del Arrabal, que es donde hemos vivido siempre y donde viven nuestros padres", explica la joven.

Entran y se fijan en el buzón. 1ºA. "Este es el nuestro", se dicen. En el ascensor hay nervios. Y llega el momento de entrar, de ver cómo han dejado la casa. "La hemos visitado de obras, pero no es lo mismo", dice Mar. Llave en la cerradura, dos vueltas a la derecha y... ¡su nuevo hogar! "Por fin".

Entra luz por todos lados, porque todo el piso es exterior. A la izquierda, tras el recibidor, está la cocina, que ellos han ampliado a costa de un dormitorio.

La vivienda tiene 90 metros cuadrados distribuidos en un salón bastante amplio, tres habitaciones, dos cuartos de baño y la cocina, además de una terraza algo estrecha con vistas a la plaza de la urbanización. Por 16 millones de las antiguas pesetas también disponen de una plaza de garaje y de un trastero. "Ahora, manos a la obra". El sábado que viene Sergio, Mar y Víctor quieren dormir en su nueva casa.