Los problemas que genera la mosca negra van más allá de las picaduras que sufren las personas durante el periodo estival, ya que también se hacen notar en sectores económicos como la ganadería y la agricultura del territorio aragonés, con el agravante de que en algunas zonas no se aplican medidas preventivas ante la presencia de este insecto.

«Hemos detectado, aguas abajo de Zaragoza y aguas arriba, donde no hay tratamiento, que la presencia de mosca negra ha sido abundante, generando unos problemas grandes a la ganadería», señaló el profesor titular del departamento de Patología Animal de la Universidad de Zaragoza Javier Lucientes. El experto relató que los problemas tienen especial incidencia en los pequeños rumiantes. «Las ovejas no quieren salir», apostilló.

No obstante, explicó que otros animales, como los caballos, también sufren los efectos de las picaduras, incluso en las orejas, lo que pone «muy nerviosos» a estos animales, que llegan a no dejarse montar.

«El 60% de la población de Aragón está en Zaragoza y que el ayuntamiento haya hecho tratamientos ha mejorado ese impacto de las picaduras. Pero en el mundo rural el problema es grande, no solo en la ganadería», reflexionó Lucientes.

Al respecto, indicó que en la zona del Cinca, donde hay explotaciones frutícolas, la mosca negra, de actividad diurna, origina «verdaderos problemas» a los recolectores. Tienen que ir protegidos con mascarillas y guantes, similares a los que usan los apicultores. Para Lucientes, en resumen, el impacto no solo es sanitario, sino también veterinario, en la agricultura o en otros sectores como el turismo.