El presidente de Alemania, Horst Koehler, criticó ayer a la dirección del grupo estadounidense General Motors por haber sido negligente en el mantenimiento de la competitividad de sus plantas en Europa, tras el anuncio de supresión de 12.000 empleos en el Viejo Continente.

Koehler indicó, durante una visita a Praga, que "estos problemas de competitividad de plantas automovilísticas en Alemania se explican por las negligencias por parte de la dirección de la empresa en el mantenimiento de la competitividad".

ARMONIZACION Además, subrayó que la crisis que atraviesa la multinacional en Europa, principalmente en su filial germana Opel, no debería llevar a las autoridades a restringir la libertad económica, buscando, por ejemplo, imponer una armonización fiscal en la Unión Europea. "Creo que no se debe reaccionar a corto plazo y creer que podrían desaparecer los problemas por la armonización y las regulaciones fiscales", añadió.

Koehler señaló que "lo importante es que la libertad subsista". "Si restringimos la competitividad, todas las partes acabarán perdiendo", agregó el presidente de Alemania, antiguo director general del Fondo Monetario Internacional (FMI).

El Jefe del Estado expresó su oposición a la "demonización" de los países de Europa central, que actualmente son los principales beneficiarios de la deslocalización de la industria automovilística de Europa occidental. "Creo que no se trata de una postura inteligente, deberíamos fomentar las relaciones bilaterales".

Por su parte, el director del instituto Ifo, uno de los seis centros de investigación económica más importantes de Alemania, Hans Werner Sinn, considera que el principal problema es el de los altos costes del trabajo, y cree que otras empresas también corren el peligro de sufrir la misma suerte que Opel y los grandes almacenes KarstadQuelle. "Si no ocurre algo, Opel y Karstadt no serán los únicos consorcios en precipitarse en la crisis", advierte Sinn.

Especialmente, la crisis de Opel ha sido un duro golpe para la opinión pública puesto que la industria automovilística ha sido tradicionalmente el símbolo de la calidad del trabajo de los alemanes y el pilar fundamental de su economía.

Uno de cada siete puestos de trabajo en Alemania depende, directa o indirectamente, de la industria automotriz.

Durante mucho tiempo, en Alemania se logró compensar los altos costes laborales con la mayor productividad, pero otros países han logrado emular a los alemanes en este último aspecto.