En 1983, el socialista aragonés Santiago Marraco llegó a la presidencia del Gobierno de Aragón recién inaugurado el sistema autonómico. Oficialmente hizo un viaje a la Zarzuela para encontrarse con el Rey, aunque mantuvo numerosos encuentros informales con Juan Carlos en sus frecuentes visitas para ver al príncipe Felipe, en la Cartuja de Aula Dei donde se alojaban los monarcas. Fue una relación "franca", como relata Marraco, que confesó al Rey que era "republicano, pero juancarlista".

"Yo entendía que la Corona había jugado un papel muy importante y que podía contar con mi lealtad. Mientras la Corona se mantuviera en la monarquía constitucional, contaría conmigo", relata el expresidente. En audiencia oficial, Aragón quedaba en el centro de la conversación. "Trataba de plantearle que Aragón era una pieza clave en la política del nordeste de España, al estar entre el País Vasco y Cataluña. Que siempre sería más fiable respecto a los intereses de España frente a las tensiones separatistas. Que éramos ciudadanos libres de toda sospecha", asegura. Todo ello para que el monarca viese con sus propios ojos que las conexiones a Europa siempre quedarían en terreno seguro pasando por Aragón. También recuerda la inauguración de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos en Jaca, a la que acudió Juan Carlos.

Como director del Icona, Marraco tuvo una relación más directa con el Rey por la organización de monterías, frecuentes en visitas protocolarias y a pesar de que el expresidente se considera "más defensor de la caza que del cazador". "Siempre trataba de llevarlo a la urgencia de apostar por la conservación del medio. En esos momentos se hablaba ya del cambio climático", relata.

Hipólito Gómez de las Roces se reunió con Juan Carlos ya como presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza, cargo que ostentó entre 1974 y 1977. Antes se conocían. O, mejor dicho, Hipólito, como él asegura, conocía a Juan Carlos de la Academia General Militar. "Estuve allí después de hacer oposiciones al cuerpo jurídico, mientras vivía en casa de mi madre. Ese último trimestre, el entonces todavía príncipe estaba haciendo el segundo curso", relata el expresidente. "Cuando me nombraron presidente de la DPZ fui a verle. Le dije que fui compañero suyo de la academia, que era un aspirino" como se llamaba a los cadetes de formación del cuerpo médico o de farmacia y, por extensión, también del cuerpo jurídico.

"'Hombre, un compañero que ya es presidente de diputación provincial', indicó el Rey. A mí me pareció mal decirle que lo suyo tampoco era normal", asegura el también fundador del PAR, que siempre ha guardado un recuerdo cariñoso del monarca. "Hablamos de muchas cosas, pero al margen de la política", dice. El veterano político aragonés guarda una imagen cariñosa del Rey. "Siempre ha sido muy cordial y muy prudente, a pesar de que tendía a la broma. Según quiénes éramos los asistentes, si se sentía en familia, era un hombre simpático. Si veía que la cosa tenía otro aspecto, se limitaba a escuchar y a una regla de rey: escuchar siempre y decir a todos que sí, pero no un sí de estar de acuerdo, sino de estar oyendo", relata. Del contenido de las audiencias, el expresidente aragonés prefiere no hablar. "Creo que la conducta adecuada es no decir cuál era la opinión del Rey. Pero él nunca decía nada que le pudiera comprometer", asegura.

Menos intensas fueron las relaciones con el fallecido Emilio Eiroa, consecuencia de su breve mandato, aunque fue recibido en audiencia. Algo que no sucedió con su sucesor, José Marco. Su convulsa etapa, y su gobierno a mitad de legislatura causó que no fuera a La Zarzuela.

Santiago Lanzuela prefiere no hablar de sus encuentros con el Juan Carlos I. Dice que aún es pronto. Pero sí admite que su relación con el monarca fue "muy especial". Como funcionario de Patrimonio mantuvo un buen número de encuentros con el jefe del Estado. Luego, como presidente de Aragón entre 1995 y 1999 tuvo diversas audiencias en la Zarzuela. Recuerda que el Rey estuvo muchas veces en Huesca y que solían quedar ahí. Subraya que ha tenido la "suerte" de estar cerca de Juan Carlos I muchas veces en su carrera.

Marcelino Iglesias ha sido el presidente más longevo y por tanto el que más encuentros institucionales ha tenido con el monarca. A su vez, a ambos les une una relación personal anterior a la etapa presidencial de Iglesias que ha propiciado una cordialidad durante los doce años que coincidieron con responsabilidades. Además de las audiencias de contenido público, el político socialista fue requerido en varias ocasiones para mantener encuentros privados (tanto en la Zarzuela como en el Pignatelli, donde llegaron a almorzar varias veces) y era frecuente que telefoneara a Iglesias para conocer la visión política que se tenía en Aragón sobre asuntos de Estado.

"En las audiencias apenas hay tiempo para tratar dos o tres grandes cuestiones, nunca se rebaja a lo concreto. El rey siempre ha mostrado un profundo conocimiento de Aragón, conocía bien las informaciones periodísticas y, más que hablar, escuchaba para conformarse una visión global de los asuntos", apunta un colaborador de Iglesias. Este mantiene ahora mismo la misma relación con Felipe de Borbón, que también ha tenido encuentros privados junto a Letizia a instancias de su padre.

El Rey recibió en audiencia a la actual presidenta del Gobierno, Luisa Fernanda Rudi, en septiembre del 2011. Hablaron "de temas que atañen a la comunidad autónoma y de las perspectivas de Aragón y del resto del país". Ya se conocían de antes, evidentemente. La jefa del Ejecutivo autonómico mantuvo una relación cercana y cordial con el monarca en su etapa como presidenta del Congreso.

Rudi recuerda que el Rey estaba muy atento a la actualidad aragonesa y "a todo aquello que ocurre dentro de las fronteras de la comunidad". Aprovechó la oportunidad entonces para tratar temas como el de la Travesía Central de los Pirineos, el estado y los proyectos de las estaciones de esquí aragonesas o sobre la actualidad económica de la comunidad autónoma.