Después de que la jueza de guardia de Jaca decretase anteayer por la noche prisión provisional para Iván Pardo Pena, como presunto autor del asesinato de la hijastra de su hermano, Naiara, el hombre de 33 años fue trasladado ayer por la mañana desde los calabozos del cuartel de la Guardia Civil de Jaca, donde pasó la noche, hasta la prisión de Zuera, donde ha dormido hoy en el módulo de ingresos. Según informaron fuentes del centro, dado que se trata de un primario pentenciario (que entra por primera vez en preventiva) y el tipo de crimen, se le ha aplicado el protocolo de prevención de suicidios, que en estas primeras fases del internamiento consiste básicamente en que permanezca acompañado en todo momento.

VALORACIÓN

Pardo permanecerá allí hasta que, según las entrevistas que se le realicen y el sistema habitual en las prisiones, se determine en qué módulo debe permanecer interno. El programa de vigilancia, indicaron las mismas fuentes, puede incluir un preso de confianza que le eche un vistazo, pero también una variante más profesionalizada en la que el interno en cuestión recibe cursos de formación psicológica para saber cómo tratar al recluso en cuestión, e incluso de primeros auxilios para poder atender una autolesión en espera de los sanitarios.

Según informó el Tribunal Superior de Justicia de Aragón, el Juzgado de Instrucción número 2, que actuó anteayer en funciones de guardia, no realizó ninguna diligencia ayer en relación a este asunto, en espera de que se reincorpore el número 1, que instruirá la causa.

La jueza de guardia adoptó la decisión de enviarle a prisión no solo después de tomar declaración al propio Pardo, sino a las dos menores que también estaban presentes en el domicilio de la avenida Yebra de Basa donde ocurrieron los hechos. Según pudo confirmar este diario, al menos una de ella aseguró que su tío había agredido a Naiara, antes de avisar a los sanitarios por una supuesta caída por las escaleras.

El testimonio habría apuntalado los múltiples indicios de que la menor entró en estado crítico por una agresión, no por una caída accidental, como apreciarion los sanitarios desde el primer momento y confirmaron luego los forenses que la vieron en el hospital, el jueves, el día anterior a que se certificase su fallecimiento.

DECOLORACIÓN

Entre los indicios más llamativos que llevaron a pensar a los sanitarios que se trataba de un episodio de maltrato a primera vista figuraban los hematomas en diversos grados de decoloración, propios de distintos estadios de la curación. O dicho de otro modo, moraduras antiguas derivadas de anteriores golpes, sufridos o propinados, no se sabe de qué antigüedad. Según publicó Heraldo, la menor también tenía marcas alrededor de las muñecas y tobillos compatibles con haber sido atada, y entre las lesiones antiguas detectadas en las pruebas médicas figuraría una pierna rota, no tratada.

Esta antigua lesión por la que no fue trasladada al médico encajaría con el hecho de que, pese a los hematomas en proceso de curación, los servicios sanitarios no hubiesen detectado antes los posibles malos tratos; difícilmente podían hacerlo si no atendían a la menor. En el colegio, según los vecinos, tampoco se rumoreaba nada al respeto. Entre los objetivos de la investigación de la Guardia Civil estará determinar si las lesiones también habían pasado desapercibidas en el entorno familiar de la pequeña fallecida.

La DGA confirmó desde el primer día que no tenían bajo vigilancia a la familia por este motivo (sí los atendían los Servicios Sociales provinciales, pero por pequeñas ayudas económicas). Las que si estaban bajo tutela, de su abuela, eran las hijas de la hermana del encarcelado, y también del padrastro de Naiara, las que estaban presentes en la casa de los hechos el pasado jueves y declararon ante la jueza. Fuentes vecinales y policiales coincidieron en que, por motivos no precisados, la abuela tenía la tutela de sus nietas.

Sea como fuere, Naiara estaba en casa de su abuelastra con ellas (se desconoce si con alguno más de sus hermanos de sangre) cuando sufrió la agresión, presuntamente a manos del hermano de su padrastro, que acabó por costarle la vida.

Las pesquisas continúan bajo secreto sumarial, por lo que no ha trascendido si el encarcelado, además de los claros indicios en su contra, ha llegado a confesar los hechos antes de que la jueza de guardia le convocase a declarar, o si lo hizo ante ella. También tuvo oportunidad de hacerlo ante los agentes y la comisión judicial durante la reconstrucción de los hechos efectuada en la vivienda, el viernes por la tarde.

Tampoco ha trascendido el resultado de la autopsia, que debería determinar cuál fue exactamente la causa de la muerte de la niña, tras pasar más de un día en el hospital en estado crítico, si es que se puede determinar más allá de las múltiples lesiones.