El tranvía de Zaragoza no está preparado para una huelga. Ayer quedó demostrado en la primera jornada de paros parciales de cuatro horas diarias (de 8.00 a 10.00 horas y de 19.00 a 21.00) que realizaban los conductores, por las múltiples debilidades que ofrece una línea Valdespartera-Parque Goya en la que, si algo pasa, deja rápidamente de funcionar como un reloj.

Los servicios mínimos decretados del 50% estaban llamados a garantizar una frecuencia de paso de 10 minutos pero la realidad es que superó los 15 en muchas de las circulaciones, llegó a duplicar ese tiempo previsto y en una jornada que se desarrolló sin incidencias destacables, los excesivos retrasos aumentaron no solo la espera de los usuarios, sino también su malestar. Estos contribuyeron a que los convoyes se llenaran con facilidad cuando por fin llegaban.

Esa fue la nota más destacada de esas cuatro horas de afecciones, la tónica de unos paros parciales que llevaron a muchos viajeros a descartar la espera y recorrer a pie los trayectos cortos o desplazarse hasta el autobús más cercano. Un alivio para el eje norte-sur que, en general, consiguió absorber bastante bien la demanda en las horas críticas. Aunque perdió usuarios, al menos sirvió para que se desarrollara con normalidad. Con enfado, pero sin incidentes destacables. En un estreno, el de la primera huelga en el tranvía en sus siete años de explotación, que tuvo otro aspecto reseñable: el escaso margen para comunicársela a los afectados.

SOLO NUEVE HORAS

Solo nueve horas antes de que diera comienzo, la dirección de Tranvías Urbanos de Zaragoza, la operadora, y su comité de empresa, seguían reunidos en el Servicio Aragonés de Mediación y Arbitraje (SAMA) intentando una solución. Un pacto in extremis que en las dos anteriores ocasiones, en octubre del año pasado y en febrero de este 2018, sí que llegó y que, en esta ocasión, al fracasar y apurar tanto los plazos, no dio tiempo ni siquiera a darle una mayor difusión.

Todo por un enfrentamiento entre los representantes sindicales de los conductores y la dirección que ayer seguía en su punto más álgido. Con el comité arremetiendo contra la «tutela efectiva» que la empresa estuvo ejerciendo, aseguraron, de la propia huelga, «obligando a los trabajadores a regresar a cocheras más tarde, e iniciar los paros hasta una hora después de lo previsto, y luego impidiendo que pasadas las diez de la mañana regresaran a la línea». «Esto no va a pasar ni por inspección de Trabajo, va a ir directamente al juzgado», aseguraron desde el comité de huelga. De momento, este asunto se puso «en manos de los abogados» para que estudien qué medidas emprender «en los próximos días». «La huelga la deciden, organizan y realizan los trabajadores, no la empresa», añadieron.

En este sentido, se eclipsaba lo que suele ser protagonista en una huelga, ese habitual baile de cifras que unos y otros reportan sobre el seguimiento de la misma. Una circunstancia que, como era de esperar, también se dio. Para el comité de empresa, «más del 90% de los trabajadores llamados a hacer los paros los secundaron». Según la dirección, fue «un 71% si se descuentan los servicios mínimos decretados por el ayuntamiento y los miembros del comité de huelga». Además, a diferencia de las huelgas de autobús, a las que los zaragozanos quizá están más acostumbrados, los vehículos ayer no podían dejar de recoger usuarios. Eso sí, se reestableció con rapidez, volviendo a frecuencias de 3 o 4 minutos.

«Una mañana movida», reconocía el gerente de Tranvías Urbanos, Jorge Aguiar, quien pedía «disculpas a los usuarios por las molestias causadas», sobre todo porque «acabó tarde» la negociación en el SAMA y no dio tiempo material a dar la necesaria información al usuario para que estuviera prevenido. Y porque, a su juicio, el viajero «sufre el mayor impacto» de los paros. «El comité está afectando al día a día de los zaragozanos y no hay motivo para ello», explicó. Aseguró que la propuesta de la empresa, en cuanto a los tiempos de trabajo y de descanso, «se ajusta al convenio vigente y a lo pactado en octubre». «El incumplimiento es suyo, que entonces se comprometieron a no hacer nuevas reivindicaciones económicas», añadió.

«Los usuarios están sufriendo retrasos de hasta media hora, por la mala planificación de la empresa», replicó el comité. «No se han adecuado a las necesidades que exigía la situación y eso no es por la huelga», añadió.

El Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) no hizo valoración política. Se limitó a asegurar que está «en contacto» con las partes para «animarles al diálogo y a que alcancen pronto un acuerdo». Y mañana, más paros.