Las reivindicaciones con motivo del Primero de Mayo se escucharon en las calles de ciudades de todo el mundo. El clamor era el mismo, pero con diferentes variantes: desde la defensa de los derechos laborales más básicos en el continente asiático hasta las críticas contra las políticas de austeridad y el retroceso del Estado del bienestar en Europa (no solo en los países más tocados por la crisis, como Portugal y Grecia, sino también en Alemania). La mayoría de protestas se desarrollaron sin incidentes, aunque en algunos lugares, como Estambul y Turín, hubo disturbios. El conflicto entre Ucrania y Rusia se dejó notar en concentraciones de ambos países.

En Rusia, unas 100.000 personas, según el Gobierno ruso, se manifestaron en la Plaza Roja de Moscú, un lugar en el que no se conmemoraba el Día del Trabajo desde la desintegración de la URSS, en 1991. En la concentración se veían pancartas sobre el empleo, si bien fue el conflicto de Ucrania lo que marcó la jornada, con eslóganes patrióticos a favor de la anexión de Crimea y la intervención en otros territorios del país vecino. En Ucrania, en ciudades como Simferopol (capital de Crimea), Odessa, Donetsk, y Zaparozhie las manifestaciones por el Día del Trabajo se convirtieron en mítines de apoyo a la unión con Rusia.

Mientras, en Bangladesh, miles de trabajadores del sector textil de Bangladés salieron a las calles de la capital, Dacca, para exigir una indemnización para los supervivientes y familias de las víctimas de accidentes en las fábricas, castigar a los dueños de estas empresas y exigir unas condiciones de trabajo más seguras.

En una nueva muestra de autoritarismo, el primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, decidió prohibir la manifestación del Día del Trabajo en la Plaza de Taksim de Estambul, un lugar simbólico para la izquierda ya que allí, el 1 de mayo de 1977, pistoleros de la ultraderecha abrieron fuego matando a más de una treintena de personas. Ayer, sindicatos y partidos de oposición se negaron a respetar la prohibición y desde el punto de la mañana trataron de alcanzar el icónico lugar, donde además el año pasado se concentraron las protestas contra el Ejecutivo islamista. Pero el Gobierno desplegó a 39.000 policías en Estambul para evitarlo y reprimieron a los manifestantes con gases lacrimógenos y tanquetas de agua a presión.

Los manifestantes levantaron barricadas, lanzaron cócteles incendiarios, petardos y fuegos artificiales y los disturbios se extendieron por los barrios adyacentes de Estambul. Según la delegación del Gobierno, un total de 142 manifestantes fueron detenidos y otras 90 personas resultaron heridas y tuvieron que ser atendidas en hospitales por afecciones respiratorias o diversas fracturas.