Casi tres décadas después, el PSPV-PSOE volvió a ganar las elecciones autonómicas en la Comunitat Valenciana, lo hizo con contundencia, y Ximo Puig podrá volver a liderar la segunda edición del Pacte del Botànic junto con Compromís y Unidas Podemos Esquerra Unida. Ese es, al menos, el escenario que dibujaba el 33% escrutado al cierre de esta edición, que también apuntaba a una fuerte irrupción de Vox, aunque el bloque de derechas, como en el Congreso, quedaba lejos de poder sumar. El retraso en el recuento se daba por hecho pues arrancó cuando ya estaba a a punto de finalizar el del Congreso y no tomó cierta velocidad hasta que avanzó el del Senado pero en las filas socialistas se daba por buena la espera. Su apuesta, la de Puig, pues él fue quien tomó la decisión final de avanzar las autonómicas para unir su destino al de Pedro Sánchez, habría funcionado y el PSPV volvería a ser el partido más votado por los valencianos desde que Joan Lerma lo fue por última vez en 1991.

Los socialistas, que tuvieron en la pasada legislatura 23 diputados, crecerían a rebufo de Sánchez y aunque no superarían en principio el umbral de los 30 diputados habrían alejado además el temor a un sorpasso de su socio principal, Compromís.

OTRO DEBACLE POPULAR

El PSPV aprovecharía la debacle del Partido Popular, que había sido el partido más votado en las últimas seis convocatorias autonómicas, que en 2011, hace ocho años, barrieron con 55 diputados y ahora estarían sobre los 20. Sólo el tremendo batacazo del partido a nivel nacional puede salvar a su líder, Isabel Bonig, que firmaría los peores resultados en la historia de la formación.

La única buena noticia para los populares parece ser que también en Les Corts se mantendrían como primera fuerza de la oposición, pues el crecimiento de Ciudadanos, con Toni Cantó de estilete, no sería suficiente para sobrepasarle. La batalla más abierta al cierre de esta edición estaba entre el partido de Albert Rivera y Compromís por la tercera plaza.

El partido de Mónica Oltra se enfadó y mucho con Puig cuando, pese a su oposición, rompió la unidad que habían tenido en los cuatro años de legislatura para singularizar las elecciones pero haciéndolas coincidir con las estatales. Sabían que ese escenario nacional les perjudicaba pues quedaban fuera del foco y así fue.

Pese a que las encuestas habían mejorado sus expectativas en los últimos días, cuando se confirmó que sólo Joan Baldoví había obtenido escaño para el Congreso las caras en su sede empezaron a torcerse y se esfumó el sueño de pasar de los 19 a los 22 diputados que dieran fuerza a Oltra para poder pelear la presidencia a Puig.

Una de las razones de Puig para unir estas elecciones a las generales, además del evidente tirón de su partido a nivel nacional, fue ayudar a Unidas Podem Esquerra Unida a no sufrir para superar la barrera del 5%. Y también ahí acertó.

Podem tuvo 13 escaños y un 11’55% de voto hace cuatro años y Esquerra Unida se quedó fuera con 4’38%. Pero el 16% al que podían aspirar, parece haberse quedado en la mitad pese al evidente tirón que ha tenido Pablo Iglesias en la campaña.

Desde el principio del escrutinio, VOX superó con holgura esa barrera de entrada, con especial fuerza en Alicante. El partido de Santiago Abascal entrará en la cámara que aspira a cerrar liderado por un desconocido José María Llanos y lo hará sin ser decisivo pero con indudable fuerza.