El ibón de Plan, en el valle de Chistau, está considerado uno de los lugares más pintorescos del Pirineo aragonés. Su fama ha crecido tanto en los últimos años que se ha convertido en uno de los parajes naturales más visitados de la cordillera. «Estamos buscando la manera, con asesoramiento legal de la DGA, de limitar el número de visitas al lago, porque ha llegado un momento en que la masificación pone en peligro la preservación de un entorno tan delicado», subraya José Serveto, alcalde de la citada localidad.

Hay días, explica el regidor, en que llegan a reunirse en el entorno del ibón varios centenares de personas. «Unas llegan andando por los senderos, pero otras van en coche hasta que acaba la pista, de forma que la caminata que tienen que dar es mucho más corta», señala Serveto.

Esa proliferación de senderistas y vehículos es perjudicial para la naturaleza, sostiene, tanto para la fauna salvaje, que se asusta y desaparece, como de las vacas que pacen en la zona y que necesitan tranquilidad y un medio natural intacto.

«Los animales están nerviosos cuando ven tanta gente», indica el alcalde de Plan, que lamenta que algunos de los excursionistas suelten a sus perros, lo que contribuye todavía más a espantar a los ciervos y otras especies existentes en esa parte del Pirineo.

Hábitat delicado

«Hay personas que llegan y se bañan en el ibón los días de calor, cuando realmente es un hábitat muy delicado que hay que tratar con el máximo cuidado, de ahí que estemos mirando la manera de controlar cuántos pasan y qué actividades se pueden hacer», afirma Serveto.

Se trata de regular el uso del espacio, no de prohibir por prohibir, precisa el responsable municipal, que asegura que los pastores que frecuentan ese entorno pirenaico desde tiempo inmemorial se han comportado siempre de una forma que es beneficiosa para la naturaleza y que no interfiere en sus ritmos.

«Lo preocupantes es que hay visitantes que dejan restos de comida y envases tras su paso por el ibón, por no hablar de que, cuando hay aglomeración de excursionistas, algunos parajes apartados se llenan de excrementos», dice.

El problema de masificación no es exclusivo de Plan. En mayor o menor medida afecta a otros lugares del Pirineo muy frecuentados, e incluso en partes de Teruel, como El Parrizal, en Beceite, donde se ha hecho un control de vehículos y, a raíz del coronavirus, se estableció un control de acceso para personas igualmente.

De momento, el Ayuntamiento de Plan, en el Sobrarbe, se está documentando, consultando con los servicios jurídicos del Gobierno de Aragón, dado que cualquier medida que se tome tiene que ser consensuada por las distintas administraciones que velan por el medio natural.