Los vecinos de las comarcas catalanas limítrofes con Aragón acudieron ayer a las urnas del referéndum independentista casi sin sobresaltos. De hecho, con las primeras cargas policiales que desmantelaron los colegios electorales en las principales ciudades se produjo un notable reguero de electores a los pequeños municipios rurales de la zona.

En ciudades como Alcarrás las aglomeraciones fueron notables. A primera hora hubo cargas policiales a cargo de la Guardia Civil. Pero a partir de las diez de la mañana, la votación transcurrió sin incidentes durante el resto de la jornada.

El ambiente festivo que se vivió ayer en estas localidades contrastó con la tensión acumulada de los días previos. Los vecinos de estas áreas fronterizas con Aragón apostaron de este modo con mantener las relaciones comerciales con el otro lado de la frontera, en el caso de una declaración de independencia. «Si todos somos cívicos y políticamente educados no habrá ningún problema», expresó Andrés Molina, uno de los primeros votantes en la pequeña localidad de Gimenells, municipio agrícola, que cuenta con un restaurante con estrella Michelín y que por caminos de huerta está a menos de diez kilómetros del término municipal de la localidad aragonesa de Zaidín.

El improvisado colegio electoral de Gimenells se instaló en la antigua sede de Falange del pueblo. Toda una paradoja. El alcalde de la localidad, Dante Pérez, del PSE, no permitió la colocación de las urnas en ningún espacio municipal. En su cuenta de Twitter ha denunciado repetidamente la falta de garantías del llamamiento. Ayer, en Aragón Radio, admitió aunque sin darle importancia que ha recibido amenazas por su negativa a ceder instalaciones municipales.

Ante la puerta, los voluntarios ofrecían café con leche y dulces a los primeros participantes. «El alcalde piensa más en un futuro puesto en Madrid que en sus vecinos» era parte del sentir independentista de este municipio leridano.

Alcarrás fue el único punto de la zona con incidentes reseñables. Uno de su concejales republicanos acabó herido. Dos tractores y una máquina excavadora evitaban que los coches circularan por las proximidades del local social en el centro de la ciudad.

La tensión tras las cargas matinales era evidente y los organizadores trataban de que todo el mundo votara lo más rápido posible. «Los vecinos están muy afectados tras la actuación de la Guardia Civil», señaló el coordinador del centro, Santi Pelegrí. Se mostró esperanzado en superar las previsiones de participación marcadas por las autoridades catalanas.

Los vecinos se mostraban confiados en que la jornada de ayer no afectará a las relaciones con Aragón. «Al final llegaremos a acuerdos, entre los vecinos siempre nos hemos llevado bien», destacó Nerea Rodríguez, una de las votantes.

Sin llegar a la situación vivida en Alcarrás, Soses también recibió la visita de un amplio dispositivo de la Guardia Civil en las primeras horas. A medio día el ambiente era bien distinto. Los vecinos repartían bocadillos frente al centro de salud habilitado para la jornada. «Esto es algo que va más allá de la política», indicaron los vecinos. Esta localidad se encuentra exactamente a 14 kilómetros de Fraga y de Lérida. Es la mitad del camino. Las comunicación entre las dos comunidades es constante. Pero las discrepancias cada vez son mayores. «Nos gustaría seguir igual con los vecinos, pero el problema es que muchos aragoneses se han puesto bordes en los últimos meses», aseguró Rosa Boya, una de las presentes en la abarrotada plaza.

A pocos kilómetros, en Serós, se preparaban paellas, bocadillos y organizaban talleres infantiles. Una pareja de mossos d’Escuadra se mezclaba entre los manifestantes. Un amplio número de tractores y aperos agrícolas limitaba los accesos. «Estamos aquí para lograr un Estado republicano independiente de España», indicó David Rodríguez. Consideró que ha faltado «comunicación» entre todos los implicados y lamentó las violentas cargas que se sucedieron durante la mañana. Para el futuro pide «convenios» entre los dos estados que permita mantener las relaciones que hasta la fecha han existido sin problema de convivencia.

Los tractores a modo de barricada marcaban igualmente el centro de votación en Massalcoreig o en Aitona. Massalcoreig es el único pueblo de Cataluña por el que pasa el Cinca, que desemboca a escasos kilómetros uniéndose con el Segre y el Ebro. Hasta hace pocos años, sus jóvenes iban al instituto de Fraga, unida por diez kilómetros de camino que ahora están asfaltando para que ambas estén mejor comunicadas.