La trama desmantelada no era sino la punta del iceberg de un complejo entramado controlado por la mafia asiática. Así lo reflejó ayer La Razón, que subraya el papel esencial de este colectivo en el amaño de partidos con la intención de ganar grandes cantidades de dinero.

Con epicentro en los países orientales, esta mafia tenía en los exfutbolistas Raúl Bravo y Carlos Aranda a los «muñidores» de la trampa. Ellos habrían sido los encargados de convencer a directivos y jugadores para amañar el partido de la pasada temporada que enfrentó a Huesca y Nástic en El Alcoraz. Se trataba de que el marcador no se moviera antes del descanso y que el duelo concluyera con 0-1 para los catalanes. Así fue.

El nivel medio de apuestas, según explica el diario, se había multiplicado por 14, lo que encendió las alarmas de las casas de apuestas. La gran mayoría optó por bloquear el partido para que no se pudiera apostar y poner el asunto en conocimiento de la Justicia por la Federación Española de Fútbol. La UDEV de la Policía Nacional inició las investigaciones.

Pero hubo un fracaso previo. Las pesquisas descubrieron que la organización había intentado, sin éxito, amañar previamente un partido de Tercera División -el Sariñena-Cariñena (1-1) de la pasada campaña podría estar siendo objeto de investigación-, expone que una de las líneas que siguen los investigadores es la de las mafias de juego on line en Asia. Con intermediarios mantendrían contacto Bravo y Aranda, que también podrían haber conseguido una gran cantidad de dinero merced al choque de esta temporada entre Valladolid y Valencia que acabó con 0-2 para los levantinos.

Sin embargo, en ese caso no saltaron las alarmas tal y como sí lo habían hecho con el Huesca-Nástic, por lo que resulta complejo averiguar dónde se habrían realizado las apuestas correspondientes a este encuentro.