"¿Pero qué pasa? ¡Que esto no es el ébola!". Luis López tiene 81 años, ha vivido toda su vida en Villanueva del Gállego y la existencia de lindano en el agua corriente de la localidad no le preocupa. "He venido a rellenar la garrafa porque me lo ha pedido mi mujer, pero por peores cosas hemos pasado a lo largo de la vida y no creo que por esto nos vaya a pasar nada, ¿no?", se preguntaba instantes después de llenar una garrafa de 5 litros y marcharse con ella montado en su bicicleta.

Mercedes, otra vecina del pueblo, se mostró "sorprendida" por "todo el revuelo" que se ha montado. "Llevamos bebiendo agua del grifo desde los años 70 y jamás ha pasado nada". A los pies de otro de los bidones, David Conde indicó que su familia "habitualmente consume agua de compra", pero que "para cocinar" sí que requería el suministro facilitado por los bomberos de la diputación. "He venido, pero estamos muy tranquilos, porque esto no supone que se altere nuestro día a día", señaló.

La calma entre los vecinos también era palpable ayer en los bares y restaurantes, donde "la única diferencia" es la utilización de agua embotellada para cocinar y servir cafés, según explicaron los responsables del Mesón Manuel. También Araceli Aguirrebeña, propietaria de la cervecería Barral, consideró "inoportuno" hablar de alarma sanitaria. "Unos clientes sí que me han dicho: Este cortado estará hecho con agua buena, ¿no?, pero más allá de eso la gente no está nerviosa ni preocupada", explicó.

Ella, como otros tantos hosteleros, ha cerrado la llave de agua potable y ha conectado una botella de agua mineral en el filtro de su máquina de café. "Es una solución fácil, que tampoco supone mucho gasto", dijo. Donde sí han notado la presencia del lindano ha sido en los supermercados de Villanueva de Gállego: la venta de garrafas de agua se ha dispardo. De hecho, en una de las tiendas situada en la avenida principal los palés y las cajas de botellas de agua se agolpan a la entrada. "Hemos tenido que reponer las existencias porque la gente sí que está comprando más", apuntó uno de los encargados.

En otro de los grandes supermercados, ubicado a las afueras de la localidad, una joven llenó el maletero de su coche con más de cinco paquetes de botellas de agua. "Está claro que para cocinar y para beber la necesito, me han avisado y no me lo he pensado. De todos modos, más cómodo para los vecinos es acudir a los bidones y no tener que venir hasta el súper", apuntó.