Si el pasado jueves, en su regreso al escenario público tras más de un año sin aparecer en pantallas ni periódicos, la imagen de Agapito mostraba los estragos del tiempo o del estrés, lejos de la vitalidad que tuvo antaño, ayer el máximo accionista del Zaragoza tenía, además, el semblante afectado. Quizá la gravedad del delito del que se le acusa, de dimensión mayor en su segunda imputación, fuera el motivo. Soplaba sin compasión el cierzo y le acompañaba a ratos la lluvia, pero, como la semana pasada, algunos zaragocistas --una veintena-- le esperaban a la entrada de la Ciudad de la Justicia a las 9.10, hora a la que llegó para declarar 20 minutos más tarde en el Juzgado de Instrucción número 5. Los mismos improperios de la afición, el mismo desprecio; fue una escena repetida. Estuvo más de tres horas delante del juez. "No voy a hacer comentarios", repitió tras su encuentro con el magistrado ante el acoso de los medios de comunicación. "Llévate mantas a Zuera, que hace frío", le espetó algún seguidor zaragocista que se encontraba en el edificio. "Qué poquito te queda", añadía otro. Y entonces sí que se le cambió la cara.

Fuera, hizo el paseíllo de la puerta a la boca del párking que ya es casi habitual, coloreado con las pancartas y los gritos de otra treintena de zaragocistas. Tres de ellos, ataviados de negro, con las manos atadas por unas esposas de cartón y portando un letrero que decía Agapito, 2014 - ¿?, divertían a los curiosos. Agapito levanta revuelo allí donde va, pero ayer tuvo competencia.

García Becerril no convoca manifestaciones, pero los medios sí le buscan. El exgerente de Plaza llegó por su propio pie, acompañado por su abogado y consciente de que a cada paso que daba se le escapaba un poco la libertad. Quizá por eso llegó con el tiempo justo; a las 11.00 en punto se presentó en el Juzgado de Guardia, la misma hora a la que se le había solicitado, saboreando sus últimos momentos sin la ansiedad del encierro. "Dejadme pasar", ordenó, despectivo, cuando los periodistas le inquirieron. Alguien le tocó con el micrófono tratando de recoger su declaración y este soltó el brazo hacia atrás, enfadado. "¡Devuelve el dinero!", le gritó un familiar de otro detenido.

No abandonaría el edificio judicial hasta las 16.00 horas. La fianza fue inasumible y García Becerril ya no volvió a casa; la Guardia Civil le llevó a Zuera. "Becerril en la cárcel... Quién lo ha visto y quién lo ve", se le escuchó a una mujer que recordaba otros tiempos, en los que el exgerente de Plaza estaba en la cima.