Joan Francesc Ferrer llegó al Huesca el pasado verano con la idea de darle un aire nuevo al equipo altoaragonés. El cambio era brusco. Pasaba de una escuela más antigua como la de Juan Antonio Anquela al estilo de Rubi, con un estilo diferente en el campo y otras formas en la sala de prensa. El cambio pronto salió bien. Encajó pese a algunos cambios y novedades que costó asimilar y, sobre todo, empezó a cosechar resultados. Nadie duda hoy en Huesca que ha sido uno de los artífices del rotundo éxito gritado ayer. No lo hacen tampoco en el club, donde intentan convencerle para que estire su proyecto un año más en Primera.

No será fácil. En Barcelona dan por hecho que vuelve a su tierra, en este caso al Espanyol, que despachó a Quique Flores antes de concluir la Liga. Lo sabe Petón, que ayer lo explicó así: «Nosotros queremos que se quede, pero sabemos que es algo muy complicado. Se está hablando mucho del Espanyol y yo sé que hay más equipos detrás de él, pero su familia vive en Barcelona y todo su cuerpo técnico es catalán. Lo tenemos en chino», admitió el consejero, que no niega que han trabajado opciones: «Siempre tenemos previsto el futuro y, además, somos osados. No nos fijamos mucho en si el entrenador está de moda, queremos gente que conozcamos, que sepamos que funciona y que va a encajar en lo que el Huesca es».

El Huesca remodelará en parte su plantilla en Primera, pero será «básicamente» la que hemos tenido. «Vamos a quedarnos con muchos jugadores de esta temporada, aunque habrá que completarla en algunas posiciones con gente que conozca muy bien la categoría. Se va a quedar mucha gente de este año».