Es curioso que, tras haberse desprestigiado por completo hace cuatro años y más recientemente en las andaluzas, los sondeos hayan vuelto a ocupar un papel central en las campañas y sus augurios traigan de cabeza a los interesados, los adeptos y cualesquiera enfermos de la política. Ayer y hoy salen las últimas encuestas. Y a tenor de las ya publicadas, parece que predominan las tendencias ligeramente favorables a las izquierdas. En Aragón, también. Se dice además que las cúpulas regionales del PSOE y el PP tienen en funcionamiento sus respectivos artefactos demoscópicos, cuyos avances se mantienen en secreto. Lambán, cuentan, está cada vez más contento con lo que sus arúspices leen en la bola de cristal; Beamonte no tanto, aunque tiene un motivo para la satisfacción: no parece nada fácil que Cs logre el sorpasso. Ya es un consuelo.

Rivera y la españolidad

De ahí que Rivera, en el mitin de su partido en Zaragoza (lleno en las cuatrocientas localidades del cine Cervantes y otro centenar de personas fuera), afirmase que se emocionó cuando comprobó que su partido superaba al PP en Aragón. Ahora confía en mantener la posición para consolidarse como gran referente de la derecha. Que viene a ser su expectativa pero no su realidad.

El jefe de Cs se ha instalado en la autoinducción. De ahí que aprovechase el acto en la capital aragonesa para presentar la candidatura de Sara Giménez, diputada de su partido por Huesca, para presidir... el Congreso. Un gesto para la galería, claro. Porque solo cuenta con 57 escaños en la Cámara baja y el PSOE y Unidas Podemos ya tienen cerrado el tema de la Mesa. No obstante, Rivera utiliza su fantasiosa licencia parlamentaria para cuestionar a quien sí será la presidenta, la socialista catalana Meritxell Batet. Para él, esta señora no es lo suficientemente española ni adecuadamente constitucionalista. Lo cual nos sitúa ante la obsesión de las derechas (de las tres) por repartir carnets de españolidad.

A la carrera hacia la rojigualda meta del españolismo absoluto, PP, Cs y Vox dedican sus mayores esfuerzos. El último de los tres partidos está tan volcado en ello que ni siquiera acudió a la reunión de la ultraderecha europea en Milán, donde Salvini se erigió en líder el euroescepticismo. ¿Dónde estaba Abascal? ¿O quizás sus magros resultados del 28-A y el posible reflujo que puede arrastrarle en las europeas del 26-M le han desalojado de la Champions reaccionaria?

Bannon esperaba más de Vox. En el entorno de la Internacional Trumpista empiezan a pensar que los de Abascal son más old right (vieja derecha) que alt right (derecha alternativa). En el PP, en Aragón desde luego, confían en recuperar votantes que en las generales se dejaron seducir por el reclamo ultra.

Y de repente, IU

No solo Rivera actuó en Zaragoza. Por la tarde, Garzón, el líder de IU, intervino en un acto tan largo (duró dos horas) como lleno de pasión. De repente, setecientas cincuenta personas (fue lo que registraron los tornos de acceso al pabellón Siglo XXI) llenaron las gradas de evidente entusiasmo.

Garzón hizo un discurso cien por cien marxista. Antes hablaron candidatos de las tres provincias aragonesas y hubo un recadito para Podemos (aunque no se citó dicha marca) por haber imposibilitado la unidad de la izquierda-izquierda en ZeC y otras candidaturas conjuntas.

IU cuenta con meter la cabeza en las principales instituciones (las encuestas les dan un diputado en las Cortes de Aragón y 4-5 concejalías para Zaragoza en Común en las municipales de la capital).

CHA también aspira a seguir en la brecha, aunque sea de una manera testimonial. Ayer sus militantes y simpatizantes homenajearon al histórico Chesus Bernal, como estaba previsto. En el partido reina un moderado optimismo. Esperan que sus magras representaciones institucionales sean, al final, decisivas.