La llegada del mes de agosto ha supuesto una notable reducción del número de intervenciones quirúrgicas programadas en la red sanitaria de Aragón, que han descendido en un 60% con respecto a otros meses del año.

De las 6.600 que se practican en un mes normal, las operaciones bajaron casi un 30% en julio (1.861 menos) y, en agosto, el doble (3.781 menos). En septiembre este descenso no suele ser tan pronunciado, y se sitúa en un 23%, es decir, 1.551 operaciones por debajo de la media habitual.

Los centros se quedan casi al ralentí respecto a los niveles de junio: una de cada cinco camas queda cerrada, uno de cada cuatro pacientes que ingresan habitualmente no lo hace y las consultas externas, siempre desbordadas, registran la mitad de aforo.

De hecho, de las 3.275 camas que puede haber operativas en junio en toda la red hospitalaria aragonesa, se cierra un 10% en julio (340); en agosto, un 18,4% (602); y en septiembre, un 8,2% (268).

Estos son algunos de los datos generales que se desprenden del informe elaborado por el Departamento de Salud aragonés acerca de la disminución de actividad en Atención Especializada en verano en el año 2003. Unos datos aplicables también a este año.

El descenso es generalizado en todos los aspectos, salvo en el número de los casos que se atienden en Urgencias mensualmente --43.800--, que apenas presenta una ligera disminución. El motivo de esta reducción, según la propia Administración sanitaria de la comunidad, radica en los periodos de vacaciones que disfrutan los usuarios del sistema y sus profesionales, así como en la planificación de los servicios y en la distribución que se realiza de las plantillas, que en el estío se lleva a cabo año tras año en función del decrecimiento de la demanda. Una tendencia que se repite cada verano.

NEGATIVAS De hecho, más del 50% de las personas que son llamadas desde los hospitales para ser intervenidas de forma programada en los meses de verano solicita un aplazamiento de la operación, una petición que suele materializarse a partir de septiembre.

La doctora Dolores Currás, responsable del Servicio de Admisión del hospital Miguel Servet, el de mayor actividad de la comunidad autónoma, reconoció ayer que la negativa a ingresar en los meses de verano para una intervención puede suponer más de la mitad de las efectuadas, lo que obliga a seguir contactando por teléfono con nuevos pacientes.

"Nuestro servicio se pone en contacto telefónico con los usuarios para avisarles de la fecha de operación al menos un mes antes, y así conocer su situación, si tiene ya completado el preoperatorio. Sin embargo, cuando hablamos de ingresar en verano, sobre todo en el mes de agosto, muchos nos explican que tienen vacaciones y los que son de más edad, en ocasiones, nos piden aplazarlo porque los familiares que los van a cuidar, sus hijos o sobrinos, también tienen planes y prefieren otro momento", explicó la responsable de Admisión.

Estas personas siguen permaneciendo en lista de espera, aunque en este caso con una demora claramente voluntaria, y suelen ser citados en la mayoría de los casos para el otoño.

De los 11.000 ingresos que se producen de media en junio en los hospitales de Aragón, en julio se produce una disminución de los mismos, con 1.463 pacientes menos en julio, 2.794 menos en agosto y 1.397 menos en septiembre.

Esta disminución de la actividad sanitaria es interpretada desde los sindicatos aragoneses como algo habitual que se repite en verano, como confluencia de la necesidad de vacaciones de la distintas plantillas del Salud y de los propios ciudadanos de la comunidad.

Para Lorenzo Arracó, secretario general del Sindicato de Médicos de Aragón (Sima), este parón no es especialmente significativo.

"Hay personas que consideran que esta parálisis representa una pérdida de eficacia, pero lo sería realmente si en pleno invierno, cuando hay mayor presión asistencial, se dejan plantas sin abrir o tenemos hospitales a medio gas y con una baja ocupación como el hospital Provincial o el Royo Villanova", señaló a este periódico el secretario general de Sima.