El presidente del Gobierno central, Mariano Rajoy, quiso lanzar ayer un mensaje de tranquilidad a los suyos tras la victoria de Pedro Sánchez en las primarias socialistas. «Todo sigue igual», manifestó en una rueda de prensa después del Comité Ejecutivo del PP, que reúne a barones, ministros y la dirección del partido y en la que el presidente prefirió hablar de los presupuestos y de la situación en Cataluña.

De hecho, visiblemente incómodo ante las preguntas de la prensa sobre si el triunfo de Sánchez afectará a la gobernabilidad, Rajoy destacó que él seguirá como hasta ahora, es decir, buscando apoyos diversos para aprobar las leyes importantes. Así, recordó que el techo de gasto sí se aprobó gracias al PSOE, pero el decreto de la estiba salió adelante con el apoyo de PDECat. «Para mí no cambia nada. Voy a intentar, como he hecho hasta ahora, llegar a un entendimiento, si se puede», manifestó.

Asimismo, subrayó que no quiere adelantar las elecciones: «Después de lo que hemos vivido en España, del disparate del 2016, conmigo que no cuenten para generar inestabilidad. Yo apuesto por la estabilidad, la solidez, la sensatez y el sentido común». En ese mismo contexto también dijo que no va a «disolver la Cámara» porque se «supone» que Sánchez apoyará al Ejecutivo en la defensa de la unidad de España, la política europea y la de defensa.

LOS TEMORES / Pese al optimismo de Rajoy, dirigentes conservadores confiesan en privado que les preocupa la deriva que, de la mano de Sánchez, tomará el PSOE. Apuntan por ejemplo que, aunque el Gobierno consiga finalmente aprobar los Presupuestos, no podría poner en marcha los siete pactos de Estado que defendió en su investidura. De hecho, varias leyes llevan meses esperando en un cajón porque el PP considera que afectan a temas importantes y que requieren del concurso del PSOE, a la espera de que el principal partido de la oposición resuelva su crisis. Los más pesimistas en la formación conservadora auguran incluso un adelanto electoral para otoño.

Algunos se atrevieron a expresar sus temores en público. Así, el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, reconoció que le «preocupa» oír a Sánchez que va a hacer «lo indecible para cambiar el rumbo del país». Y Xabier García Albiol aseveró que la victoria de Sánchez es una «mala noticia» para los catalanes que creen que España es su nación.

Rajoy, por su parte, dejó entrever sus malas relaciones con Sánchez al reconocer que, al menos ayer al mediodía, aún no le había llamado para felicitarle por no «molestarle». El presidente no perdona al líder del PSOE que en el cara a cara del 20-D le dijera que no es «decente» a raíz de los casos de corrupción del PP. Tampoco le dejó buen sabor de boca que, en la reunión entre ambos tras las elecciones, el socialista, para dejar claro su no es no, no le aceptara ni la invitación a un café y quisiera terminar el encuentro rápidamente.

La mancha de corrupción, por otra parte, planeó ayer en la reunión del Comité Ejecutivo. Rajoy manifestó de nuevo ante la prensa que está «tranquilo» pese a las investigaciones sobre la financiación irregular del PP en los casos Púnica y Lezo. Si bien, el PP creó la oficina del cargo popular, un nuevo órgano para reforzar los controles internos. Al frente del mismo colocó a Manuel Cobo, que fue mano derecha de Alberto Ruiz Gallardón. En la reunión a puerta cerrada, la presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes, agradeció el «apoyo» del partido después de que un informe de Guardia Civil pidiera investigarla. Y Rajoy le replicó que sigue contando con el respaldo de «todos».