Dejó claro ayer Mariano Rajoy cuál es el mensaje con el que pretende echar el cierre al 2014 y poner la alfombra al 2015 que ya asoma por la puerta: los españoles están viviendo las primeras Navidades de una recuperación que ya está en la pista y que, según él, despegará «definitivamente» el próximo año, que puede ser «muy bueno» según sus cálculos. «¿Exceso de triunfalismo, presidente?», se le vino a preguntar con distintas fórmulas en la rueda de prensa con la que cerró el curso político. Más que de triunfalismo, quizás de prudencia, contestó tratando de dar más énfasis a su optimista discurso. «Yo sé que a algunos les cuesta creer en los datos [...]. Nunca hemos engañado a los españoles sobre la situación económica, ni cuando estaba muy mal ni ahora que está mejor. Nunca hemos caído en triunfalismos. Es más, hemos dejado que las previsiones se fueran corrigiendo al alza. Ahora seguimos siendo prudentes» , recalcó.

Para Rajoy, su tesis sale fortalecida ante el hecho «sustancial» de que se está creando empleo neto después de siete años de caídas ininterrumpidas y de que, bajo su punto de vista, se ha conseguido «superar la crisis» sin menoscabar el Estado del bienestar como demuestra, dijo, que suban las pensiones en España mientras otros países del entorno las someten a severos recortes.

GENERALES, EN NOVIEMBRE

Precisamente en el Consejo de Ministros de ayer se aprobó una subida de las pensiones: del 0,25%. También se dio el visto bueno a que el salario mínimo profesional tenga un incremento de tres euros al mes. Tan llamativas por escasos son estos incrementos cuando se trata de vender recuperación económica que el propio presidente se vio obligado a admitir que eran subidas «modestas», agregando que eran más relevantes de lo que parecían por el efecto de inflación cero que vive España.

También reconoció que la ciudadanía no percibe aún esa mejora en cifras macroeconómicas que el Gobierno se empeña en difundir, pero apuntó que seguirá trabajando para que así sea. Y según se deduce de lo que planteó ayer el propio Rajoy, los populares tienen de margen hasta el próximo noviembre (no prevé adelantar ni aplazar a enero de 2016 las generales) para intentarlo y comprobar en las urnas si han logrado convencer o no a los españoles, aunque antes del examen de legislativas está pendiente de autonómicas y municipales de mayo.

En torno a estos comicios se le preguntó a Rajoy ayer si tenía previsto recoger el guante que le ha lanzado, hace unos días, la expresidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, que se ofrece para ser candidata a la alcaldía. Con rostro serio respondió Rajoy que no son asuntos de Gobierno, sino de partido, y que en todo caso el tema no está «encima de la mesa» ahora. Una forma de confirmar que Aguirre se ha saltado los tiempos que pretende marcar el PP.

Se le pidió al presidente que se mojase con las tendencias que están marcando las encuestas sobre el debilitamiento del bipartidismo y el ascenso de Podemos. Para Rajoy, importan los votos, no los sondeos, y defendió a capa y espada el bipartidismo para los Estados «importantes» del mundo, ya que «otras cosas» generan «retroceso». No quiso pronunciarse sobre si entraría a una gran coalición con el PSOE si no le dieran los números, pero tampoco lo descartó.

INTERÉS CATALÁN

De Catalunña habló sin necesidad de que nadie le preguntase: lamentó que «algunos» hayan generado problemas pese a que su responsabilidad es resolverlos; dijo que trabajará por el interés de los catalanes lo que resta de legislatura y, cuando se le demandó concreción, insistió en que si el PSOE quiere debatir sobre reforma constitucional antes debe entregarle una propuesta formal. «Estoy dispuesto a hablar de todo, pero no de soberanía. Si no, no sería yo», zanjó.