Desde los departamentos de investigación demográfica de la Universidad de Zaragoza la unión de comunidades contra la despoblación es vista con buenos ojos, aunque con un sentido crítico. «Da la impresión de que a veces se reclaman cosas que no aplican en sus territorios», expresa el responsable del grupo de estudios de desarrollo territorial, Eugenio Climent.

El profesor titular del departamento de Geografia y Ordenacion del Territorio defiende la necesidad de establecer un catálogo de servicios mínimos en las zonas envejecidas y con orografías complejas para mantener la población e incluso revertir la tendencia negativa.

«El medio rural necesita que la población sienta que puede desarrollar un proyecto de forma digna con todos los servicios necesarios», expresa. Por este motivo aprueba el paquete de medidas urgentes que se firman en el documento conjunto. Favorecer el envejecimiento activo o garantizar las oportunidades de empleo para los jóvenes que decidan tener hijos tienen que ser, en su opinión, las bases para frenar el problema.

En el lado contrario está el uso político de la despoblación. Más allá de los compromisos que no se aplican está la apuesta por soluciones «cínicas» y a «corto plazo». El el caso de los llamamientos a desarrollar las nuevas tecnologías para el cierre de la llamada brecha digital. «Solo con una buena conexión a internet no se convencerá a nadie de que se instale en los pueblo», lamenta.

Por el momento, Climent espera que siga la unidad sobre el problema. «Es un asunto que implica a toda la Unión Europea», expresa.