Durante la mañana del 18 de agosto del 2017, en plena resaca tras los atentados de Barcelona y Cambrils, una docena de internos musulmanes del Centro Penitenciaro de Joves (de La Roca de Vallès) jalearon las imágenes de los ataques que estaban viendo en la televisión, relatan fuentes penitenciarias. Los reclusos e habían reunido ante el monitor, tras desayunar, para ver las noticias. Y las siguieron con alborozo hasta la hora de comer. Dos hermanos marroquís, Hassan y Houssein J., destacaron «haciendo gestos con las manos como si dispararan con un fusil», recuerdan estas fuentes.

A los internos no musulmanes que había en la sala «les ponían un dedo en la sien y hacían como si les dispararan con una pistola». El centro consideró grave el suceso. Los dos presos, de 20 y 22 años, fueron castigados con 14 días de aislamiento en sus celdas por coacción grave a otros internos (artículo 108.C del Reglamento Penitenciario) y más tarde los hermanos fueron separados.

Quitando este tipo de comportamientos, expertos aseguran que, a diferencia de las cárceles de algunos países europeos, las prisiones españolas «no son foco de contagio y radicalización» yihadista. Mario, funcionario de Instituciones Penitenciarias experto en intervención del radicalismo violento, opina lo mismo.

Considera que se dan casos muy aislados y, muchos menos que en los centros de otros países europeos. Insiste en que las iniciativas de Instituciones Penitenciarias tienen como objetivo desvincular al preso de la violencia

EMPATÍA HACIA LAS VÍCTIMAS / «Porque en modo alguno se busca revertir sus ideas religiosas ni corregir su ideología». Se trata de que los internos tomen de su evolución, de su visión del mundo, para después abordar un cambio personal a través de estrategias que incidan la empatía hacia las víctimas, la integración social o el abandono de las conductas violentas.