El salto al parqué por parte de Ibercaja es algo a lo que se ve obligada la entidad por la aplicación de la normativa española sobre antiguas cajas de ahorros que establece el 2020 como fecha límite para reducir las participaciones de las fundaciones en estas entidades. En concreto, la Fundación Ibercaja debe disminuir su participación en el banco por debajo del 50% (hoy es del 87,8%), lo que obligará a poner en el mercado más de un 35% de acciones. Para ello ha optado por la salida a bolsa como la fórmula idónea porque presenta más ventajas que inconvenientes, sobre todo por el acceso al mercados de capitales para financiar el proyecto, apuntaron fuentes del sector.

Pese a que el cambio supondrá un salto para la entidad, Ibercaja seguirá siendo el accionista de referencia, con más del 40% de las acciones. El resto se distribuirá en participaciones muy atomizadas, lo que hace casi inviable la pérdida de control de la mayoría de las acciones por parte del banco. La operación comportará un cambio de modelo en la propiedad y también desde el punto de vista orgánico, ya que se creará una Junta de Accionistas, pero no influirá desde la perspectiva comercial, por lo que el cliente no notará la diferencia con respecto a la etapa anterior.