Probablemente estas líneas serán poco originales, seguro que en estos momentos se están escribiendo miles de caracteres glosando la figura de Alfredo Pérez Rubalcaba, exprimiendo (o no) anécdotas y vivencias para mayor gloria del invitado a hacerlo, y con mayor o menor presteza literaria. En mi caso lamento defraudarles. Apenas hablé unas pocas veces con él y me intercambié unos cuantos whataspps (bueno, y también le hice de chófer entre Lérida y Alquézar cuando vino a Huesca a presentar el libro sobre José Antonio Labordeta). Eso sí, me he enterado estos días que en una entrevista que le hizo Michael Robinson en televisión le preguntó que por qué había tantos atletas del Partido Popular. A Rubalcaba no le costó recordar que el alcalde de Monzón, del PSOE, había sido un «decatleta fantástico».

No me quito de la cabeza (ni del corazón), sin embargo, el retorcido y cruel giro del destino que he vivido en los últimos días, ya que solo unas horas antes del fatal trombo cerebral que al final le ha costado la vida, habíamos cerrado su presencia en el acto principal de campaña del PSOE en Monzón para el 21 de mayo. Para mí su presencia en nuestra ciudad suponía todo un orgullo, especialmente porque me consta que tenía previsto participar en muy pocos actos electorales para el 26-M.

Le reservé hotel y le mandé los billetes… y poco más tarde las redes comenzaron a vociferar el suceso. Al principio leía los mensajes con estupor e incredulidad, luego con amargura y preocupación, y así hasta el mensaje definitivo. Rubalcaba ha fallecido.

Las pocas pero intensas veces que lo traté (lo conocí a través de su gran amigo Jaime Lissavetzky, que fue secretario de Estado para el Deporte) y todo lo que he leído sobre él han hecho que su percance y posterior fallecimiento me haya afectado más de lo que sería lógico en una relación como la nuestra. Llevo desde el primer momento reflexionando sobre ello. Solo hay una posible conclusión: Alfredo Pérez Rubalcaba ha sido un GRANDE de España, en todas las dimensiones posibles e imaginables.

Todo reconocimiento será poco a su legado, como político y como persona. Sus palabras de despedida de la primera línea política resonarán en los oídos de los socialistas durante muchos años. Nunca nadie hizo tanto y pidió tan poco.

Cuando el día 21 suba al atril en el acto de campaña seguro que tu recuerdo me fortalecerá. Gracias, Alfredo, por tu legado. Eres y serás un referente.