La entrada a Alcañiz es rápida. Nada de retenciones ni acumulación de motos en la carretera. Tampoco en los accesos a Motorland, donde llama la atención que sean las bicis las protagonistas más cercanas a los controles dispuestos por la Guardia Civil para impedir la entrada de nadie que no esté acreditado. Allí, mientras en el circuito los motores rugen ajenos al vacío, la nostalgia se apodera de los que no han podido acudir a su cita anual con las carreras. Prudencio es uno de ellos. Por eso, ha convencido a su mujer para, junto a sus dos hijos, saludar desde lejos al trazado. «Es una pena. Esto debería estar a tope y con la gente vibrando pero no hay nadie», lamenta resignado.

Apenas puede divisar algo desde tan lejos, pero tampoco le importa demasiado. De hecho, ha traído en el coche una silla plegable para hacer más agradable la estancia. «Estaremos un rato y nos iremos. Ojalá sea la última vez que esto esté así», dice.

Unos cuantos kilómetros más allá, un grupo de moteros sonríe para la ocasión desde una terraza a la entrada de Alcañiz. Esta vez no han tenido problema alguno para aparcar. Sus motos esperan a apenas unos metros mientras ellos toman un aperitivo antes de emprender la marcha hasta Beceite, donde están alojados. Proceden, mayormente, de Valencia y pertenecen a ese reducido grupo de fieles e irreductibles que hacen de la cultura motera una forma de vida. «No podíamos faltar. En realidad, es una excusa para juntarnos, pasar un buen rato y sonreír, que falta hace», apunta Silvia, una de las miembros del grupo.

El plan está diseñado desde hace tiempo. Después de comer se volverán a poner en marcha para acometer una ruta por los pueblos de alrededor hasta la noche. Aunque el cambio más importante llegará en apenas unas horas, cuando asome el domingo, día de carreras. Esta vez, no habrá peregrinación masiva hacia Motorland. «Pero las veremos por televisión. Venimos todos los años a Alcañiz y esto forma parte ya de nuestra vida, así que no podíamos quedarnos en casa esta vez por mucho que el virus lo haya intentado con todas sus fuerzas. No podíamos perder esta oportunidad de estar juntos», insisten.

Claro que la sintonía dura hasta que se habla del Mundial. Ausente y descartado Marc Márquez, las preferencias son diversas. «Pero nosotros somos más de marcas que de pilotos», matiza Silvia señalando su mono en el que luce Ducati. Así que su favorito para la conquista del campeonato está claro. «Quiero que gane Dovizioso y más ahora que es su último año en Ducati», indica. Hay discrepancias, aunque coinciden al señalar a los que les marcaron. «Stoner, Doohan...». Eran otros tiempos. Hoy, las motos corren sin nadie que las aliente desde arriba.