La complejidad propia del coronavirus se está trasladando poco a poco al sistema sanitario y a la sociedad. El rompecabezas generado este verano en Aragón (y especialmente en Zaragoza capital) se traduce ahora en una realidad donde, en pleno verano y con una incidencia de casos al alza, los resultados de las pruebas PCR se están comunicando a los casos o a los sospechosos hasta cinco días después en centros de salud como el Actur Norte, según ha podido saber este diario.

Esta demora en la comunicación, unido a que en algún caso no se ofrece la baja laboral hasta no tener la confirmación positiva mediante PCR, especialmente si la persona es asintomática, provoca que esos ciudadanos pendientes de resultado continúen con sus trabajos. Y, por ende, en contacto con la población sin saber si están o no contagiados. Ese retraso de los análisis de la PCR, además de ralentizar y dilatar el seguimiento y el rastreo de los contactos de los positivos, está provocando malestar. Malestar porque la ciudadanía es consciente o conocedora de casos cercanos que siguen trabajando o saliendo a la calle mientras esperan la llamada.

Algunos hablan de irresponsabilidad, pero los propios afectados apuntan que sin una baja laboral o siendo autónomo «no se puede uno quedar en casa y no ir a trabajar», aluden. «Un compañero dio positivo y el resto nos hicimos la PCR. Mi médica no me dio la baja porque me dijo que ya llevaba unos días trabajando, no lo valoró porque tampoco tenía síntomas. He tardado cinco días en conocer el resultado y ese tiempo he estado trabajando en un comercio, con todas las medidas de seguridad, pero donde obviamente se está en contacto con gente a la hora de intercambiar dinero, por ejemplo», explicó a este diario una zaragozana que, finalmente, resultó ser negativa.

El tiempo de espera para conocer el análisis de la PCR es entre uno y dos días en todos los hospitales de Aragón, pero desde Sanidad reconocen que «por el volumen de pruebas y por alguna avería puntual en los aparatos» se han producido «momentos de mayor demora» en los laboratorios del Clínico y del Servet para analizar todas las PCR que llegaban.

Tardanza en los rastreos / «Yo estuve el 20 de julio con mi cuñado, que dio positivo después. Hasta el 31 de julio no me llamó el equipo de rastreo y me hicieron la PCR_el 5 agosto. Los resultados, que salieron negativo, me los dieron dos días después, pero lo que no es lógico es el tiempo que esperé hasta que me llamarán habiendo sido contacto directo de un contagiado», explica un zaragozano del centro de salud Parque Roma.

En su caso él es autónomo y durante todo el tiempo de espera ha estado trabajando. «Me dijeron que hasta que no tuviera una PCR positiva no me darían la baja, porque en mi caso ya entra la parte de mutuas privadas y demás. Los criterios son dispares y eso tampoco es lógico», argumenta. Dio negativo, pero «¿y si hubiera estado contagiado?», se pregunta. «Mi trabajo es de cara al público, trato con clientes, y aunque he guardado distancias y normas nunca se está exento de ese riesgo», dice.

A la hora de acogerse a una baja o no, la responsabilidad y honestidad del paciente también entra en juego. «Las bajas laborales concedidas en el periodo de tiempo que va desde que un sospechoso se hace la PCR hasta que tiene el resultado es una cuestión que el paciente debe hablar con su médico de cabecera. Hay personas que prefieren teletrabajar y no estar de baja, pero hay otras que no tienen esa opción y tienen que ausentarse del trabajo con un justificante», explicaron ayer fuentes del Departamento de Sanidad.

Sin embargo, según ha podido saber este diario, se están dando casos de pacientes que, por sus circunstancias laborales o su situación social, están acudiendo a sus médicos de cabecera (concretamente en el barrio Delicias) a pedir las altas para seguir trabajando «por miedo» a perder su empleo o por carecer de ingresos. Se trata de personas que no tienen síntomas y necesitan trabajar «para poder comer». También está detectando Salud Pública, según reconoció el pasado viernes el director general Francis Falo, que en las llamadas telefónicas del rastreo se dan situaciones donde hay «cierto pudor» a decir con quien se ha estado en contacto.