Ha habido que esperar todo un año para volver a tenerles en la ciudad. Sus Majestades los Reyes de Oriente solo se dejan ver una vez al año, por eso su visita es tan especial. No lo hacen por vergüenza, sino por magia, porque todo lo que les rodea se convierte en único. Los Reyes Magos desafiarán esta tarde al frío y la niebla que estos días congela Aragón para repartir ilusión sin pensar en la edad y, de paso, dejar algún que otro regalito y más de un trozo de carbón.

En Zaragoza harán su primera parada a la hora del café. Está previsto que visiten el Quiosco de la Música a las 16.00 horas, donde saludarán a los pequeños que se acerquen hasta el parque grande José Antonio Labordeta. Desde allí harán un pequeño recorrido al ritmo de la orquesta Dixie Rue montados en el autobús turístico. Porque a los reyes también les gusta hacer turismo y reclaman ciertas comodidades, viajar desde Oriente en camello resultado algo agotador y, en el bus, podrán entrar en calor y coger fuerza para su desfile.

RECORRIDO

Tras este primer paseo se trasladarán al colegio Joaquín Costa donde les esperará su séquito y donde tienen todas sus carrozas preparadas para recorrer a partir de las 18.00 horas algo más de cinco kilómetros hasta llegar sobre las 19.40 horas a la plaza del Pilar y saludar a todos los niños y mayores desde el balcón del ayuntamiento.

Como el año pasado, iniciarán su camino desde el colegio y pasearán por el paseo María Agustín, la puerta del Carmen, el paseo Pamplona, la plaza Paraíso, los paseos Constitución y la Mina, las plazas San Miguel y España y la calle Alfonso para acabar en la plaza del Pilar.

Este año han decidido homenajear en la cabalgata a los Grandes Soñadores que demostraron que con tesón y esfuerzo los sueños se pueden hacer realidad, como así lo demostró el pintor aragonés Francisco Goya, el creador de Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes, o la primera aviadora en cruzar el océano atlántico, Amelia Earhart.

«Se nos brinda la oportunidad de asistir a un hecho extraordinario», aseguró ayer el emisario real enviado por Melchor, Gaspar y Baltasar para controlar que todo está perfecto. Ha sido el encargado de inyectar de magia a las 17 compañías de teatro, animación, circo, música y danza aragonesas que participan en la cabalgata de hoy.

También ha revisado que la gigantesca estrella de oriente que guiará a los Reyes por Zaragoza brilla más que ningún día. Los carteros reales ya están ataviados con sus trajes para recoger las cartas a los Reyes Magos de los más despistados.

CARROZAS

Para que los camellos descansen tras tan largo viaje y a sabiendas de la noche que les espera -tienen muchas casas que visitar-, el paje real se ha encargado de que Sus Majestades tengan a punto unas gigantescas carrozas desde las que saludar y lanzar ilusión.

«Esta tarde sirve para que todos aquellos que, por una razón u otra, han perdido la inocencia creyendo que la vida es un día y otro día sin sentido, entiendan, como lo hacen los niños, que la vida es un constante volver a empezar», explicó el emisario real. Para eso, el recorrido estará lleno de luz, color, sonido y alegría.

COMITIVA

El primer rey en aparecer será Melchor. Para prever su llegada solo hay que esperar a que aparezca una carroza de Goya y disfrutar con la de María Moliner y su libro garabateado de letras. Después llegará Gaspar y lo hará acompañado de los visionarios del cine y Georges Méliès. Antes de divisar al rey se podrá apreciar la avioneta con la que atravesó el océano Amelia Earhart, toda una proeza para una mujer de la época. Los personajes de Julio Verne darán paso, ya por fin, a Gaspar.

El último en llegar a la plaza del Pilar, a eso de las 19.40 horas, será Baltasar, con una comitiva compuesta de bailarinas de danza que homenajearán a la coreógrafa del siglo XX Isidora Duncan, y circenses que con sus movimientos imposibles y proezas despertarán la atención de todos. Para darle más ritmo todavía, un coro de góspel se encargará de revivir la música de Aretha Franklin y dar paso, ahora sí, a Baltasar.

Tras él se colocará el clásico tren de los carboneros que irá flanqueado por unos ayudantes en patines.

Una vez en la plaza del Pilar se dirigirán a todos, sin excepción porque la tarde y la noche de hoy es de todos. Lo que pase al llegar a casa solo ellos lo saben. Es lo que tiene la magia, que despierta inquietud y genera muchas sorpresas. Siempre que no haya carbón, claro.