Las familias de las víctimas del 11-M despidieron a los fallecidos en los atentados de Madrid en el funeral de Estado que se celebró ayer en la catedral de la Almudena, en el que estuvieron arropados por la familia real y por cerca de 50 mandatarios extranjeros. Cientos de ciudadanos siguieron la ceremonia mediante varias pantallas gigantes instaladas en la capital. Unas 1.500 personas acudieron al acto, que pese a las quejas de las confesiones minoritarias, tuvo carácter católico.

Sin apenas contener el llanto, los Reyes, el Príncipe de Asturias y su novia, Letizia Ortiz, así como las infantas y sus maridos, besaron y tomaron de las manos a quienes perdieron a sus seres queridos en la masacre de Madrid. Lo hicieron una vez acabado el funeral, durante media hora. Mientras los representantes políticos y los jefes de Estado y de Gobierno que acudieron a Madrid aguardaban en pie, los Reyes y sus hijos se aproximaron a los bancos de la nave central a confortar a los afligidos familiares.

La interpretación de la marcha real abrió una ceremonia concelebrada por 31 obispos, encabezados por el presidente de la conferencia episcopal, Antonio María Rouco Varela, arzobispo también de Madrid.

Flanqueado, entre otros, por el cardenal de Barcelona, Ricard Maria Carles, Rouco invitó en su homilía a alejarse "de toda forma de nacionalismo exasperado, de racismo, de intolerancia". Condenó el terrorismo y su estrategia del odio, que, dijo, "porta en sus entrañas el asesinato y la muerte". Aseguró que el 11-M los terroristas intentaron dañar "profundamente" la convivencia, la concordia y la paz de los españoles. A su juicio, querían minar las bases "morales y espirituales sobre las que descansan nuestras sociedades y naciones de raíces cristianas". Rouco tuvo un recuerdo para las confesiones cristianas no católicas, y ninguno para el resto.

CONDOLENCIAS Media hora antes del inicio, la familia real, vestida de luto riguroso, recibió la condolencia de los mandatarios extranjeros, en la sede del arzobispado de Madrid, aneja a la catedral.

El príncipe de Gales, Carlos de Inglaterra, el presidente de Italia, Carlo A. Ciampi, y el presidente del Parlamento europeo, Pat Cox, llegaron hasta con 10 minutos de retraso, lo que hizo que la ceremonia comenzase con un cuarto de hora de retraso.

Con el semblante visiblemente afectado, Tony Blair, dio el pésame a los Reyes, al igual que el secretario de Estado norteamericano, Collin Powell. El presidente del Gobierno en funciones, José María Aznar, el futuro presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, así como representantes de todas las instituciones del Estado acompañaron a los familiares de las víctimas, sentados en la nave central de la catedral, desde una de las laterales.

VICTIMAS ARAGONESAS Las familias de los aragoneses Federico Miguel Sierra y María Luisa Polo acudieron ayer al sepelio de Madrid. El gobernador militar de Navarra, José Sierra, y su esposa salieron por la mañana de Pamplona para unirse a su nuera, de origen serbobosnio, que vive en Alcalá de Henares. Federico Miguel Sierra, el único zaragozano fallecido en los atentados del 11-M, era comandante y tenía 37 años. También asistieron el viudo y la única hija de María Luisa Polo, nacida en Ateca hace 50 años.

La familia del joven universitario Oscar Abril Alegre, originaria de Alfambra, optaron por quedarse en casa, en Coslada. "En la catedral estaban las más altas instancias. No era nuestro sitio. El nuestro es Coslada", manifestó el padre, Jesús Abril. La televisión estaba encendida al mediodía, pero sólo veían fugazmente las imágenes.