El Partido Popular y Ciudadanos hicieron público ayer por la mañana un reparto de capitales aragonesas fraguado, con bastante claridad, en la capital de España, por el que los populares Jorge Azcón y Emma Buj serían alcaldes de Zaragoza y Teruel, y José Luis Cadena, de la formación naranja, se quedaría con Huesca con solo 3 concejales de 25.

La jugada no era inesperada, quizá salvo para el PSOE, que sigue confiando en que la formación naranja les apoye al menos en el Gobierno de Aragón. De hecho, Darío Villagrasa, comentando ayer (por partida doble) la actualidad, seguía sin criticar en exceso a los de Daniel Pérez Calvo y les llamaba a reflexionar.

En cualquier caso, tras la aparente rotundidad del anuncio, llegó un nuevo giro de guión en estas negociaciones poselectorales con aire de thriller: Vox, al que se había anunciado como socio externo del acuerdo, se desmarcaba del pacto por boca de su máxima autoridad nacional en pactos, Iván Espinosa de los Monteros. Contrariamente a lo que dijo sobre el Gobierno de Aragón, en el que votarán lo que sea necesario para que Lambán no presida, en Zaragoza (y se supone que en cualquier sitio) no apoyarán un Gobierno sin entrar en él.

Hay varios factores que abonan el hecho de que el reparto de capitales venía empaquetado desde Madrid. Por ejemplo, que la elección de Azcón, adelantada por EL PERIÓDICO,soprendiese a Sara Fernández aún negociando con Pilar Alegría, por la mañana. O que el supuesto alcalde de Huesca, Cadena, desmintiese vía Twitter, después de anunciar Ciudadanos su designación, que tuviese cualquier tipo de pacto.

En cualquier caso, el culebrón en Zaragoza culminaba aparentemente pasadas las 13.30 horas, en el despacho de Sara Fernández en el ayuntamiento. De allí salían ella y el conservador Jorge Azcón con un pacto que llevaba horas cerrado: la formación naranja aceptaría la vicealcaldía y entregaría la Alcaldía al PP, sumando sus seis y ocho concejales, respectivamente, en un Gobierno de 14 en el que no entraría Vox, una «línea roja» marcada por el partido de Albert Rivera en la capital aragonesa. Y argumentaban su pacto, rubricado por la tarde, en un acuerdo programático de 50 puntos y un reparto de sillones satisfactorio.

Fernández estrechaba la mano de Azcón anunciando que era el «pistoletazo de salida para el cambio que Zaragoza necesita» en bases a unos acuerdos «para beneficiar a todos los zaragozanos» y convertir a la capital en «esa ciudad que no ha sido en estos 16 años de gobiernos socialistas y populistas». «Una nueva era» empezaba, auguró sonriente. Para el alcaldable del PP, era un pacto «de Gobierno moderado» y «centrado en resolver problemas de los ciudadanos», que «traiga el gran cambio».

Todo se torció con los ecos de Vox desde Madrid. En pleno acto público, se enteraron de que Espinosa de los Monteros lanzaba el órdago de que no apoyarían esa alianza sin sacar tajada de un reparto en el que Azcón y Fernández habían decidido limitar a «dos presidencias de distrito» que delega directamente el alcalde a los ediles. Renacía la ambición de la formación de Santiago Abascal y a los dos les cogía a contrapié.

Después de decir el conservador que Vox estaba de acuerdo con esos 50 puntos y de dar por seguros sus dos votos sin ninguna exigencia, sin haberse celebrado ni una sola reunión entre ellos y Cs, y después de que Fernández remarcara que su acuerdo es solo con el PP , saltaba la incertidumbre. «Si no votan, serán ellos los que tendrán que explicarse. Ayer (por el jueves) dijeron que estaban dispuestos a apoyarnos, que sus exigencias se habían visto cumplidas», respondía Azcón, perplejo por las noticias llegadas desde Madrid.

Esto no impidió que los 14 concejales de PP y Cs posaran en una foto de grupo que ahora solo puede truncar Vox. Si no da sus votos, la alcaldesa será la socialista Pilar Alegría, con la que se reunían por la mañana.

Pero había órdenes de arriba en la formación naranja y las cartas estaban marcadas. La Alcaldía tenía que ser para el PP en Zaragoza a cambio de entregarle la de Huesca. Y ni Azcón ni Fernández quisieron opinar sobre que en el ayuntamiento, teniendo 6 concejales de los 31, Cs no lograra el mismo premio que en Huesca con solo 3 de 25. «Yo sé lo que ha habido aquí, que ha sido mucho diálogo y trabajo, que es lo que queremos que sea la base del Gobierno a partir del próximo lunes», contestaba el conservador. «Solo he estado en la negociación de Zaragoza», apuntaba ella.

Darío Villagrasa, secretario de organización del PSOE aragonés, comenzaba el día criticando el mercadeo de PP y Cs en Aragón, que compliaría aún más el panorama en las Cortes para el 20 de junio, con la constitución de la mesa. Terminaba incidiendo en la continua «inestabilidad» que trae Vox. Mientras, estos se reunían con Sara Fernández, concretamente sus líderes en el consistorio y las Cortes, Julio Calvo y Santiago Morón, respectivamente. Apenas 10 minutos, «por cortesía», y para concluir lo mismo, que no entrarán en el Gobierno. Calvo advertía de que no tolerarán «cordones sanitarios» ni que no se respete «la representación» que las urnas les han dado.

Habrá que ver si es un farol y si lo aguantan, pero incluso si así fuera, Espinosa de los Monteros apostaba también por plantear, este mismo lunes, una moción de censura, que sería a Pilar Alegría. Que el thriller no está reñido con el surrealismo.