El consejero de Hacienda y Administraciones Públicas del Gobierno de Aragón, José Luis Saz, está meditando si presenta o no la dimisión. Hoy comparece de urgencia en las Cortes para explicar por qué Aragón ha incumplido el objetivo de déficit. La presidenta, Luisa Fernanda Rudi, no va a cesarlo, pero aceptaría su renuncia al cargo, según aseguraron fuentes del Ejecutivo.

Incumplir el déficit ha supuesto un duro golpe en el seno del Gobierno. Por mucho que se modulen los discursos y se relativice la importancia de la estabilidad presupuestaria, lo cierto es que no entraba en los planes del Ejecutivo desviarse tanto del equilibrio en las cuentas. José Luis Saz es el foco de todas las críticas. La oposición pide su dimisión. Pero su relación con la presidenta Rudi es buena. Entiende la jefa del Ejecutivo que el consejero ha hecho un "buen trabajo". Claro que los resultados no han sido los esperados. Ni mucho menos. Se ha puesto sobre la mesa, y ambos han hablado sobre la conveniencia o no de seguir en la consejería. Y el máximo responsable económico del Gobierno está pensado "seriamente" qué hacer. Lo decidirá en los próximos días, pero todo apunta a que seguirá, precisamente porque cuenta con la confianza de la presidenta, que fue quien lo llamó para hacerse cargo de la cartera.

DEBILITADO Saz queda debilitado y tocado después del duro revés de déficit. Poner en duda los datos emitidos por el Ministerio de Hacienda e interponer un recurso contencioso-administrativo no sirve para sanar las heridas abiertas. Ahí están los 254 millones de euros de exceso de gasto que colocan a Aragón en la lista negra de las incumplidoras. Precisamente donde Rudi, bajo ningún concepto, quería figurar. Desde el Gobierno, de momento, prefieren no agitar más las aguas. Consideran que la crisis abierta tras el "mazazo" del déficit durará quince días, y que luego las aguas volverán a su cauce.

La eventual dimisión de Saz, que sustituyó a Mario Garcés al frente de la consejería más estratégica del Gobierno, abriría la posibilidad a Rudi de cambiar otras piezas de su equipo. Pero la presidenta ya ha dicho que quiere llegar al final de la legislatura sin crisis. Así será en principio, siempre que el titular de Hacienda no decida tirar la toalla por la presión a la que está sometido desde hace una semana.

Y aunque el consejero Saz siga al frente del departamento, lo cierto es que la consejería sí que está en el ojo del huracán. La permanencia del máximo responsable no significa que alguno de sus directores generales, aquellos precisamente que debían garantizar el contención de las cuentas, sean cesados antes del verano.

Fuentes del Gobierno explicaron que el consejero tiene aún tarea que hacer en el departamento; que el déficit era importante, pero que otras cuestiones como la Ley de la Función Pública las ha gestionado con solvencia y ha demostrado tener "mano izquierda" para negociar con los agentes sociales. Algo nada sencillo, dicen. Tiene aún pendiente la aprobación de la norma que regulará las subvenciones y cuenta con el favor de Rudi para terminar la legislatura.