«El principal riesgo para los menores en internet ahora mismo es el ciberacoso, con un aumento alarmante de casos y con el problema añadido de que la distancia física restringe la empatía entre víctima y acosador», explica Manuel Ransán, coordinador del grupo de menores del Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe). «Antes, el acoso se quedaba en el patio, ahora chavales que no dan el perfil de matón muestran una doble moral que les hace sacar lo peor de sí mismos y extienden la persecución a cualquier momento y lugar», añade.

El ciberacoso, sin embargo, siempre tiene una base en la vida real, que es mucho más significativo y «el porcentaje de menores que se consideran víctimas de bullying en persona, cara a cara, supone más del doble de quienes han sufrido bullying online (12%)», según <i>Net Children Go Mobile</i>. La franja de edad más peligrosa es entre los 13 y los 14 años, con el 27% de casos, que se reducen al 20% para la franja de 15 y 16 años. Es en esta franja donde abundan los ataques con redes sociales o mensajería instantánea.

La facilidad para tomar fotos y vídeos y hacer montajes con ellos agravan los chantajes. También aplicaciones como Snapchat, donde los contenidos no son fáciles de conservar como prueba, se han usado para enviar imágenes sexuales, insultos o supuestas bromas. Tampoco contribuye nada la sobreexposición de los menores en las redes sociales de sus padres, casi desde su nacimiento. La falta de control de su propia imagen puede resultar dañina para los chavales.

Hay quien discute que la existencia de más riesgos implique más delitos. «De hecho, la investigación EU Kids Online mostró que los niños y niñas que se encuentran con mayor número de riesgos en línea no son necesariamente quienes sufren consecuencias más dañinas; por el contrario, normalmente son ellos quienes demuestran más habilidades y desarrollan más resiliencia (capacidad de superar circunstancias adversas)», señalan los expertos. Entre estos, los que más repulsa les causa con los contenidos de violencia, incluso en dibujos animados, o sexo explícito, pero sostienen que saben cómo tratar con ellos.

Pero los engaños pueden llegar más lejos y desde otros frentes, incluso desde la captación yihadista. Uno puede llevar al perjuicio económico de abultadas facturas por compras indiscriminadas en juegos <i>online</i>, o caer en páginas de apuestas deportivas, cada vez más presentes y sin controles en la publicidad <i>on line</i>.

También un menor puede inconscientemente proporcionar información que pueda perjudicar a la familia o, como señala uno de los vídeos de las agencias de protección de datos, revelar que las excusas que se dan a los profesores no sirven de nada si luego se cuelga la realidad en las redes sociales.

de los casos de ciberacoso se producen a chicos que están entre los 13 y los 14 años, y bajan al 20% entre los 15 y 16 años, según un estudio.