Pedro Sánchez quiere gobernar en solitario, pero que pueda hacerlo o se vea obligado a ceder a la coalición que le pide Pablo Iglesias dependerá en buena medida del resultado que obtenga Albert Rivera en las elecciones del 26-M. Bienvenidos a la nueva geometría variable. El Ejecutivo ha llegado a la conclusión de que si Ciudadanos no logra imponerse al PP en los territorios clave este domingo, adoptará una posición algo más colaborativa con el PSOE.

Ese apaciguamiento, sostienen, otorgaría a Sánchez margen para aprobar leyes sin la necesidad de encadenarse a una coalición con Unidas Podemos. Si Rivera conquista la plaza simbólica de líder de la oposición, los socialistas prevén una actitud antagónica, de sables en alto, que empujaría hacia una coalición con Iglesias para poder salvar los grandes proyectos de la legislatura. Dicho de otro modo: los podemistas no dependen de sí mismos para entrar en la Moncloa, sino que necesitan buen marcador el domingo y uno malo de Pablo Casado.

«Un Ciudadanos no envalentonado ayudaría a la gobernabilidad», señalan fuentes socialistas, que recuerdan que los de Rivera, pese a sus continuos ataques a Sánchez, apoyaron 19 decretos del Gobierno socialista, se abstuvieron en 11 y solo votaron en contra de cuatro. Tampoco se le escapa al PSOE que el presidente de Cs transmitió a sus diputados en la primera reunión del grupo parlamentario que deben ser «útiles» a la ciudadanía, no enrocarse solo en la crítica, sino llegar a acuerdos de Estado con el Ejecutivo en materias como el empleo, la despoblación, la educación, el terrorismo, la inmigración o el cambio climático.

En el Gobierno miran de reojo la evolución de las marcas electorales afines a Podemos en las encuestas para valorar cuánto peso pueden tener las reclamaciones de Iglesias y cuántas plazas puede ofrecer para intercambiar poder. En principio, el horizonte no es halagüeño para el líder morado. Tras la alianza de Manuela Carmena con Íñigo Errejón en Más Madrid, Podemos no tiene grupo en el ayuntamiento de la capital. La alcaldesa ya ha anunciado que si es reelegida, como prevén las encuestas, su intención es gobernar en coalición con el PSOE, de modo que esa pieza no es algo que Iglesias pueda ofrecer.

Algo similar ocurre en Barcelona. A pesar del acercamiento del jefe podemista a Ada Colau, ella juega en su carril propio. No es una fuerza subalterna de los morados. En la Comunidad de Madrid, los socialistas temen que el auge de Errejón que pronostican los sondeos deje a los morados en los huesos. Empieza a preocuparles que queden por debajo del umbral del 5% de los votos, no obtengan representación y frustren un posible Gobierno progresista.

DEBATE INTERNO

Mientras tanto, en el PSOE sigue abierto el debate de los pros y contras de formar un Gobierno de coalición. Algunas voces consideran que incluir a Iglesias aporta ventajas. La principal sería mantenerlo atado. Hacerle partícipe de las políticas del Ejecutivo implica, también, que esté sometido a su desgaste, sin dejarle libre el espacio más a la izquierda para poder crecer. Otros dirigentes socialistas recelan de tener al líder de Podemos tan cerca. Desconfían de él; creen que es mejor situar a Iglesias fuera del Gobierno y seguir como en los últimos meses.

La decisión depende de Sánchez y el presidente en funciones no la tomará hasta ver la correlación de fuerzas, en la madrugada del próximo lunes. Ahí podrán empezar a vislumbrarse acuerdos y fechas: ya se sitúa la la investidura en la primera semana de julio.