Nunca, a lo largo de una carrera política en la que ha sido dado varias veces por amortizado, Pedro Sánchez contempló llegar así a la Moncloa. «No entraba en mis planes», repitió el candidato socialista ayer. Pero la sentencia sobre el caso Gürtel lo ha cambiado todo, continuó, y ahora que se encuentra a un paso de la Moncloa, gracias a los votos de Unidos Podemos, ERC, el PDECat, Compromís, el PNV y Bildu, Sánchez ofreció a todos los grupos que le apoyarán en la votación de hoy, salvo a los aberzales, algo a lo que agarrarse.

Defendió el «diálogo» y las «soluciones políticas» más allá de «los tribunales» en Cataluña, tras haber llamado «racista» al president, Quim Torra. Se comprometió a aplicar los Presupuestos del PP, Ciudadanos y el PNV, pese a considerarlos «antisociales», para atraer a los nacionalistas vascos, que serán su «socio preferente». Y propuso a los grupos de izquierda tumbar las leyes más polémicas de Mariano Rajoy y aprobar iniciativas sociales. Por el camino, cargó contra Albert Rivera y ofreció una salida al todavía presidente del Gobierno.

«DIMITA, SEÑOR RAJOY» / Lo primero que hizo el secretario general del PSOE fue colocar toda la responsabilidad sobre los hombros de Rajoy. «Este debate puede acabar. Dimita, señor Rajoy. ¿Va a dimitir o va a continuar aferrado al cargo debilitando la democracia? Es usted, con su obstinación en aferrarse al cargo, quien asume la autoría de la moción», dijo. No tuvo éxito.

El líder del PP, un político que ha demostrado una capacidad de resistencia igual o mayor que la de Sánchez, prefiere que le echen, pero el mensaje le permitió al candidato argumentar que no busca llegar al Ejecutivo central «a toda costa», como repiten sin pausa los conservadores.

A partir de aquí, en el discurso inaugural y en las distintas respuestas a los portavoces, el líder socialista desplegó su «hoja de ruta», con la crisis territorial ocupando un espacio importante. No atacó a Torra. Ni siquiera lo mencionó. En su lugar, Sánchez ofreció «diálogo» al Govern, «dentro de la Constitución» y «sin esconderse detrás de las togas». La solución en Cataluña, explicó, debe ser «política», y en este sentido se comprometió a abordar las reivindicaciones que en abril del 2016, Carles Puigdemont, entonces president, trasladó a Rajoy.

Aquí se incluyen demandas como más dinero para la dependencia y la sanidad catalanas, respeto al modelo educativo y descentralizar la gestión del 0,7% del IRPF. Pero Sánchez no entró en ellas. De hecho, asumió que no podrá alumbrar en su mandato un nuevo sistema de financiación autonómica. Tampoco abrazó el Estado plurinacional incluido en su proyecto. Todo lo más, dijo que «dentro de la nación española» había «otros territorios que también se sienten nación».

Sánchez eludió también concretar cuándo piensa convocar elecciones, pero fuentes socialistas señalan que si quiere intentar aprobar los Presupuestos del 2019, derogar algunos artículos de la ley mordaza, impulsar leyes contra la brecha salarial y recuperar la sanidad universal, como se comprometió a hacer, podría estar en la Moncloa «en torno a un año». Quizá más.

Su toma de posesión, en principio, será mañana, un día después de haber sido elegido presidente por el Congreso. Sobre el nombramiento de su Gobierno, nadie se atreve a poner fechas, más allá de que será un proceso «rápido» en el que falta aclarar quiénes son sus ministros. José Luis Ábalos, Carmen Calvo y Margarita Robles son los nombres que más suenan.

El Ejecutivo será paritario. Sus miembros, del PSOE, sin incluir dirigentes de otros partidos, pese a la oferta lanzada por Pablo Iglesias. Sánchez solo dedicó buenas palabras al líder de Podemos. Con el presidente de Ciudadanos fue muy distinto. Sánchez acusó a Rivera de ser «desleal» y anticipó que las encuestas no se iban a cumplir. «Cuando lleguen las elecciones, ya veremos si es tercera fuerza. Pero ocupar el lugar del PP si el PP hace a partir de hoy los deberes, ya le auguro un negro futuro», dijo. Sánchez puso nervioso a Rivera y le arrancó que iba a votar en contra de su moción, en lugar de abstenerse, colocando así al líder naranja, que le quita votos por el centro, justo donde quería. Al lado de Rajoy.