La rotunda victoria de Pedro Sánchez en las primarias del pasado domingo, que ganó con 10 puntos de diferencia sobre Susana Díaz, abre un nuevo escenario político. No solo dentro el PSOE, donde habrá cambios drásticos. También en Podemos y en la gobernabilidad de España. Mientras Mariano Rajoy exhibía este lunes su tranquilidad, e incluso su desprecio, ante el paso dado por los militantes socialistas (la victoria de Sánchez «no cambia nada», dijo antes de explicar que no había felicitado a su rival para no «molestar»), el nuevo secretario general comenzaba a explorar con Pablo Iglesias una alianza anti-PP. No hay ningún pacto sellado, y el PSOE continúa descartando en estos momentos una moción de censura, pero Sánchez quiere mantener con Podemos un vínculo más estrecho, coordinándose frente al presidente del Gobierno y al mismo tiempo dejando claro que los socialistas, como segundo partido más votado, encabezan la oposición.

El líder del partido morado llamó a su homólogo en el PSOE, con quien le une una relación turbulenta, marcada por la desconfianza tras las malas experiencias de la anterior legislatura, cuando Podemos votó en contra de la investidura de Sánchez. «Pablo me ha engañado», dijo tras su frustrado intento de llegar a la Moncloa. Según el entorno del nuevo secretario general de los socialistas, que basó su victoria en los ataques a la traumática abstención de su partido ante Rajoy para evitar la repetición de elecciones, ambos dirigentes compartieron que la situación de PP en el Gobierno, «cercado por la corrupción», resulta «insostenible». Se emplazaron a «seguir dialogando de manera continua y a mantener una relación fluida», pero constataron que tienen «estrategias diferentes sobre cómo hacer oposición».

Una de las grandes diferencias reside en la urgencia de plantear en el Congreso una moción de censura. Podemos ya la ha registrado sin negociar previamente con el resto de grupos. La iniciativa, que contempla la elección de Iglesias como presidente, está abocada al fracaso (solo cuenta con los nueve votos de ERC y Bildu), pero ayer, en otro ejemplo de la nueva etapa que se abre con la victoria de Sánchez, el partido morado anunció que estaba dispuesto a retirarla si los socialistas presentaban su propia moción. «Retiraríamos la nuestra para intentar hacer viable la del PSOE, que tiene más diputados, pero necesitaríamos que la registren», dijo su secretario de Organización, Pablo Echenique.

Sánchez descarta ahora mismo dar ese paso. «No creemos que se den las condiciones para presentar ahora una moción de censura. No existe mayoría parlamentaria alternativa con un programa común», explica uno de los más cercanos colaboradores del nuevo secretario general. La hoja de ruta de los socialistas pasa primero por solicitar la comparecencia en el pleno del Congreso de Rajoy y exigir allí su dimisión. Solo después se plantearían explorar apoyos para una moción. En principio, con Podemos y Ciudadanos, algo que parece casi imposible, pero sin descartar a los partidos independentistas si no colocan la consulta en Cataluña como condición indispensable para secundar la iniciativa.

Aun así, no hay nada perfilado. Sánchez ni siquiera ha conformado su ejecutiva, algo que hará en el congreso que los socialistas celebrarán a mediados de junio. Solo después decidirá si presenta su propia moción de censura. «No hemos tenido casi tiempo de hablar entre nosotros. Estamos despertándonos», continúa la misma fuente.

El cambio en el PSOE llega en un momento espinoso para Iglesias. Los morados admiten que la resurrección de Sánchez, que quiere «resituar» el PSOE a «la izquierda», les quita espacio electoral. El inapelable triunfo del nuevo líder socialista, que obtuvo frente a Díaz y Patxi López la mitad de los votos de los afiliados, le permitirá desplegar un liderazgo fuerte en un momento de debilidad de Podemos, que no consigue despegar en las encuestas. Los estudios demoscópicos, de hecho, muestran que la fuga de simpatizantes se ha invertido. Ahora hay más votantes de Podemos dispuestos a pasarse al PSOE que a la inversa. Y el ascenso de Sánchez frente a casi todos los poderes de su propio partido coincide con el desgaste de Iglesias, un fenómeno que podría verse agudizado por el seguro fracaso de su moción de censura.

EL RELEVO DE LOS BARONES / Mientras tanto, los principales líderes territoriales socialistas, muchos de ellos presidentes autonómicos que apoyaron a la presidenta de Andalucía, intentaron rebajar la tensión. Empezando por la propia Díaz. El día anterior, al reconocer la derrota, se puso a «disposición» del PSOE, pero no de Sánchez, a quien no citó por su nombre. Díaz cambió ayer de discurso. «Ahora lo que toca es arrimar el hombro y ayudar y apoyar a Pedro», dijo en Sevilla. La presidenta de la Junta, que solo sacó más votos que su rival en su propia comunidad, tiene casi asegurado mantener el liderazgo de su federación. Sin embargo, otros líderes territoriales que jugaron en su equipo, del valenciano Ximo Puig al aragonés Javier Lambán, no.