El Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) quiere sobrevivir a esta legislatura y se ha dado cuenta que la única manera de hacerlo es buscar fuera lo que en casa no le permiten. El aura de incapacidad, soberbia, autoritarismo y todos los calificativos que le dedican hasta quienes le auparon al bastón de mando se transforman en diálogo, comprensión, responsabilidad y lealtad con la institución que representa cuando sale fuera de la plaza del Pilar.

Así se explica que en apenas tres días se haga la foto con el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, en Madrid para abrir la puerta a la histórica cesión de la avenida Cataluña y este viernes salga con el presidente de Aragón, Javier Lambán, desatascando la igualmente histórica ley de capitalidad. Y, mientras, sus respectivos grupos municipales azotándole por su mal acuerdo. Pedro Santisteve ha hecho suya la frase que los socialistas usaban para dar el sí a su presupuesto: «es mejor un mal acuerdo a que no haya acuerdo». Visto así, es un ladran, luego cabalgamos en el momento más necesario para su subsistencia.

Aunque en el camino provoque daños colaterales a sus socios naturales en las Cortes de Aragón. El discurso de Podemos se diluye como un azucarillo a manos de un alcalde del cambio que sí es capaz de llegar a acuerdos con el PSOE autonómico.

El consejero Gimeno

El consejero de Hacienda, Fernando Gimeno, no puede ser motivo para ralentizar la acción política. En la comunidad y en la capital. Y siendo el mismo que exige el cobro del impuesto sobre la contaminación de las aguas (ICA), el mismo que no paga ni la deuda del tranvía ni los impagos tributarios de la DGA, no es obstáculo para atar por ley una financiación justa (y claramente insuficiente) para Zaragoza. Y ahora Podemos solo puede hacer dos cosas: favorecerla o impedirla. Y gestionar la culpa después.

ZeC ha priorizado su supervivencia a los intereses de Podemos en Aragón y Madrid, y parece lógico que así sea, ya que ninguno de los condicionantes que este puso para negociar las cuentas de Aragón tenía que ver con Zaragoza. La formación morada se olvidó de que podía haber condicionado su voto a impedir el cobro del ICA (a Zaragoza y al resto de municipios), al pago a la capital de todas las deudas pendientes, pero tampoco se acordó de ella. Y a poder fijar incluso las condiciones económicas en las que cerrar el acuerdo de capitalidad. Pero decidió que su problema fuera Gimeno y ahora este será quien ingrese a la ciudad cada año más del doble de dinero que jamás fueron capaces de dar los gobiernos anteriores del PP y el PSOE. ¿Y ahora qué? La pelota está en el tejado podemista, y el tiempo corre más que nunca.

Pero es igualmente interesante el papelón que deja a los grupos municipales. El PP, el mismo que dirigía el también diputado en el Congreso Eloy Suárez y que se demostró incapaz de cumplir su promesa con los vecinos de la avenida Cataluña gobernando el país con mayoría absoluta, asiste a la foto del ministro y Santisteve y aplaude el acuerdo. Los mismos 1,3 millones de siempre, sí, pero no será gracias a su mediación en Madrid. La hemeroteca recordará que fue ZeC quien arrancó ese compromiso.

Y mientras el PSOE reconcomiéndose en críticas a Santisteve por su decepcionante logro. Por no respetar el protocolo de colaboración firmado con el ministro socialista José Blanco a pocos días de las elecciones del 2011. Ese que no tenía ni una sola cifra y al mismo tiempo que arropaba con fuerza al corredor mediterráneo frente a la travesía central aragonesa. Cuatro años tuvo para hacer más que una declaración de intenciones sin un euro comprometido. Pataleta de manual.

Visto así, a ZeC solo le faltaba buscar la misma reacción pero cambiando los papeles. Y escogió la capitalidad como argumento. Misma realidad, mismo resultado. Destacaban estos días, cuando EL PERIÓDICO adelantó el que sería el pacto institucional para la ley de capitalidad, que el ayuntamiento tenía un interés inusitado por acelerar el acuerdo. Parecía dispuesto a todo, aseguraban. ¿Sería por la proximidad de la Cincomarzada? Demasiado pobre el argumento. Ahondó en la necesidad y debilidad de otro, de Lambán por el presupuesto, para espolear su situación de soledad en el salón de plenos.

Menos exigencias

Así, sin contar con nadie de la oposición, aceleró las reuniones, rebajó las exigencias y buscó una cifra razonable con la que salir a la opinión pública con el presidente socialista a decir que fuera del ayuntamiento con el PSOE sí se entiende. Y a sabiendas de que el grupo municipal, y el de Chunta, no tendría más salida que aplaudir su acuerdo. Esta vez los argumentos de que falta un papel no servirían. Parece que van aprendiendo.

Y con Lambán metido en una foto que favorece más a la DGA que a ZeC, ya sabía a quién iba a tener enfrente, al PP. Con el mismo hilo conductor que los socialistas: un mal acuerdo y su rendición a la comunidad frente a los intereses de los zaragozanos.

Con los conservadores relinchando por un principio de acuerdo que ellos nunca pudieron conseguir gobernando la comunidad con mayoría, Santisteve solo tenía que recordarles que la venerada Luisa Fernanda Rudi solo fue capaz de ofrecer la mitad de ese dinero a la ciudad que un día gobernó. Frente a cuatro millones fijos y otros cuatro variables, ZeC se lleva al ayuntamiento 8 incondicionados y otros 15 para costear las competencias impropias. El doble de lo que Rudi llegó a pagar tras sus sucesivos recortes para los servicios sociales y la educación.

Así que el escenario cambia para demostrar, en 72 horas, que ZeC es capaz de priorizar el desbloqueo de reivindicaciones históricas a sacar un buen mordisco a las arcas autonómicas y estatales. Y que de donde no hay no se puede sacar.

Así que «es mejor un mal acuerdo a que no haya acuerdo». Y, ahora, que alguien se lo impida si quiere. Ya sean sus socios de Podemos en las Cortes o sus enemigos íntimos PP y PSOE, porque la opinión pública les va a mirar a ellos si esto no sale. Una ciudadanía cansada de esperar a que se vacíe el baúl de los proyectos pendientes.