Pablo Casado. El candidato señalado como el favorito de Aznar

El diputado y hasta hace poco vicesecretario de Comunicación Pablo Casado (Palencia, 1981) fue el candidato sorpresa y ha aprovechado ese efecto para tomar un impulso que ha amedrentado a sus oponentes. Se vio en las denuncias contra él nada más iniciar la campaña por el supuesto mal uso de la base de datos personales de los afiliados y también cuando se le señaló como el candidato del expresidente Aznar, en un intento de negarle su aspiración a ser el representante de la «regeneración».

Casado, que empezó en el PP de Madrid hace 15 años apadrinado por el expresidente y por Esperanza Aguirre y tiene en esa comunidad su principal caladero de votos, se ha recorrido toda la Península para animar a los militantes a apostar por él. En sus mítines ha defendido sin remilgos las ideas del PP más conservador: se ha mostrado en contra de la propuesta de la ley de eutanasia y ha afirmado que el aborto «no es un derecho». Ante la distensión entre los independentistas y el Gobierno, ha asegurado que, como presidente del PP, rechazará cualquier «tipo de diálogo con aquellos que desean romper España».

Conocida la mala relación entre Cospedal y Sáenz de Santamaría, sus dos principales contrincantes, Casado se presenta como el único que podrá coser el partido cuando pase el congreso y se ha ofrecido a integrar a miembros de los equipos de ambas candidaturas. Si gana Pablo Casado, ganamos todos ha sido su eslogan.

Dolores de Cospedal. La aspirante que sabe «ganar elecciones»

La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal (Madrid, 1965), es a la que conocen más todos los militantes. Diez años en la cúpula del PP le dan esa ventaja, que es a la vez su principal obstáculo en un partido que quiere pasar página de una etapa en la que la corrupción le ha ido alejando de los votantes y, como remate, le ha expulsado del Palacio de la Moncloa.

La candidata escogió el eslogan Primero el PP, porque ha intentado sacar brillo a una de las virtudes que casi nadie le niega: la de haber defendido al partido de los escándalos obviando cualquier instinto de autoprotección (lo contrario que hizo, según ha denunciado, Soraya Sáenz de Santamaría). La secretaria general se ha ofrecido ante los militantes como la candidata más completa: en su opinión, tiene la experiencia que le falta a Casado y, además, sabe lo que es «ganar elecciones» (presidió la Junta de Castilla-La Mancha), algo que no ha hecho Santamaría.

Respecto al desafío independentista catalán, ha querido publicitar ahora que el día del referéndum unilateral del 1-O estuvo en Barcelona arropando a la dirección del PP. No lo dio a conocer entonces porque también era ministra de Defensa y se podría haber malinterpretado.

Ya sin ese corsé gubernamental, estrenó la campaña en Barcelona y allí dijo que ella fue una de las defensoras dentro del Gobierno de que el artículo 155 de la Constitución se hubiera empezado a aplicar antes.

Soraya Sáenz de Santamaría. La «mejor» para recuperar el Gobierno

La exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría (Valladolid, 1971) es la que, entre los mejores posicionados en las primarias (Pablo Casado, María Dolores de Cospedal y ella misma), parte con menos ventaja respecto a los militantes.

Sus seis años en el Gobierno y su poca experiencia en actos del partido (algo que le afean algunos dirigentes) le han obligado a hacerse un máster por el territorio: los afiliados no la conocerán especialmente, pero sí todos los españoles, por lo que se presenta como la «mejor candidata» que puede «recuperar los votos de Ciudadanos» y ganar a Pedro Sánchez en las próximas elecciones. generales. De hecho, en casi todas sus intervenciones ha criticado al Gobierno socialista, para demostrar que puede ser una buena jefa de la oposición, que es lo que le espera al futuro presidente del PP. Y ella ya sabe lo que es estar enfrente del Ejecutivo, porque entre el 2008 y el 2011 fue la portavoz del grupo conservador en el Congreso.

Para buscar esa cercanía a la militancia, la exvicepresidenta ha utilizado el eslogan SoraYa, para que gane el PP, olvidando que varias veces se había quejado de que la gente se refiriera a ella por el nombre y no por el apellido.

Santamaría asegura que puede reconquistar a los electores que eligieron a Albert Rivera por el discurso que ella ha tenido «frente a la corrupción» y por su «experiencia» en el Gobierno.

José Manuel García-Margallo. Evitar que el partido muera de «inanición»

Fue el primero en decir que concurría a las primarias. El exministro de Exteriores José Manuel García-Margallo (Madrid, 1944), con mala relación con Santamaría por sus encontronazos en el Gobierno, ya sospechó el día de la moción de censura que podía abrirse la sucesión de Rajoy y avisó de que se presentaría aunque solo fuera para dificultar el triunfo de la exvicepresidenta.

Y así fue. Echó su candidatura a andar con casi el único empuje de hacerlo en contra de Santamaría, aunque poco a poco fue corrigiendo la estrategia y Margallo empezó a llenar de contenido su candidatura. Reclamó un debate entre todos para hablar del futuro del PP, pero no lo consiguió. Hasta ha presentado un plan con 32 medidas para «regenerar» y «refundar» el partido y siete ofertas de pacto de Estado sobre reforma constitucional, demografía y familia, la reforma de la Administración, «cambio económico», regeneración democrática y Europa. Pero ninguno de sus contrincantes ha entrado al trapo, confiados en que no es enemigo a batir.

Como es habitual en él, sin pelos en la lengua, ha advertido de que el PP morirá por «inanición» si los militantes optan por Casado, Cospedal o Santamaría, «dos viudas» y el «hijo adoptivo» del aparato. Cree que apostar por cualquiera de los tres es repetir la «fórmula» que llevó a la moción de censura y a la «desafección» del electorado conservador.

José García-Hernández. Defensor de primarias para todos los cargos.

El diputado José Ramón García-Hernández (Ávila, 1971), diplomático de carrera y encargado de Relaciones Internacionales en el partido, se ha presentado como «el candidato de la ilusión» y ha lamentado que solo Margallo defendiera la posibilidad de un debate de programas entre los candidatos. García-Hernández propone una centralización de las competencias de sanidad y educación para frenar «el secesionismo radical» y una ley para defender los símbolos y las señas del Estado. Si por él fuera, en el PP se harían primarias para cada cargo interno del partido y se limitarían los mandatos a ocho años.

Elio Cabanes. Contra las «leyes inmorales» de Sánchez

El concejal del pequeño municipio de Font de la Figuera (Valencia, 1974) se mostró muy crítico en un mensaje de Facebook con Rajoy por no dimitir para evitar que Sánchez llegara a la Moncloa.Días después, Elio Cabanes dio el paso y se presentó. Asegura que, si alcanza la presidencia del partido, derogará todas las leyes «inmorales» del presidente socialista; entre otras, la de la eutanasia que promueve el nuevo Ejecutivo. Con escaso conocimiento del partido y de los militantes, la candidatura de Cabanes aspira a intentar que en el partido se consiga reducir la distancia que hay entre las bases «y los de arriba».