Cuando los semáforos comenzaron a emitir un curioso pitido cada vez que se ponía de color verde ese muñequito que le indica al peatón que es el momento de cruzar resultaba llamativo y hasta molesto. Ahora, lo raro es que no lo emitan.

Zaragoza lleva años trabajando para eliminar las barreras arquitectónicas -incontables- y convertirse en una ciudad accesible. Todavía le queda mucho camino por recorrer y, por si fuera poco, han llegado nuevos obstáculos, como los patinetes y las bicis que sus usuarios optan por aparcar en mitad de una calle o una plaza.

Por seguir con los semáforos ruidosos, más de un millar siguen sin emitir ese pitidito tan necesario para las personas invidentes, pero otros tantos carecen del contador de tiempo de paso que te indica que aceleres el ritmo. A veces, el obstáculo no se trata de una barrera arquitectónica, sino que se reduce a una cuestión de tiempo. Los técnicos recomiendan que se garantice que la velocidad en un paso peatones sea de 50 centímetros por segundo. Admiten que existen dificultades técnicas para lograrlo, sobre todo en las fases de verde ya que existe una regulación para el tranvía, así que proponen que se elaboren ciclos semafóricos especiales. Adecuar las luminarias con la instalación de avisadores acústicos y minuteros supondría una inversión de un millón, según el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS), pendiente de aprobar.

Los rebajes de los bordillos se presentan como otro elemento vital. De los 10.000 pasos de cebra que hay repartidos por los distritos, alrededor del 15% siguen pendientes de adaptarse y solo un 30% cuenta con señalización podotáctil, es decir, con baldosas diferentes con las que se deduce que uno se acerca a un cruce.

El ayuntamiento contempla la mejora por rebajes y señalización de 7.000 pasos de peatones, que supondrían un coste de 9 millones. Pero la reforma de las aceras va más allá. Para que sean realmente accesibles, deben tener, como mínimo, un ancho de 1,80 metros, ya que es la única manera de permitir un cruce cómodo entre dos personas en silla de ruedas. Sin embargo, para las calles con mayor volumen de peatones, lo ideal sería que tuvieran 3 metros como mínimo. Los técnicos también recomiendan que se haga un estudio de la ubicación de bancos, papeleras, alcorques y marquesinas a la vez que colocan diferentes texturas sensoriales en los itinerarios peatonales que les ayude a identificar estos elementos.

La mejora de la accesibilidad en la ciudad forma parte de la estrategia del Gobierno municipal para llegar a uno de sus objetivos, que, al menos el 50% de la movilidad sea peatonal. Ahora el número de desplazamientos a pie roza el 46%. Según el estudio de hábitos que incluye el PMUS, los vehículos motorizados disponen del 68% del suelo de Zaragoza, mientras que sólo transportan al 51% de la movilidad. En cambio, los peatones conforman el 30% para afrontar el 46% de los viajes.

Los veladores también se convierten en un obstáculo que salvar. El PMUS recomienda que se actualice la ordenanza reguladora y propone que se prohíban en aquellas aceras con menos de 1,80 metros de ancho.

Los técnicos que han trabajado durante meses e la elaboración del PMUS incluyen unas propuestas que reciben el nombre de «movilidad vertical».

Se trata de mecanismo de mejora basados en las innovaciones tecnológicas. En detalle, los técnicos municipales proponen instalar escaleras y rampas mecánicas, ascensores o funiculares en zonas con grandes pendientes que salvar.

Entre los lugares elegidos para poner en marcha estos novedosos sistemas que ya se han implantado en otras ciudades, como Pamplona, aparecen el Castillo de Palomar, el Parque Grande José Antonio Labordeta, Tenor Fleta o el puente Manuel Jiménez Abad, zonas con un gran desnivel y que agravan las dificultades.

Por ahora se trata de una idea que requeriría de una gran inversión que empezaría por los 100.000 euros aproximados que costarían los estudios.