Los glaciares desaparecen, especies vegetales que se mudan a cotas más altas o que acaban extinguidas o el descenso de los recursos hídricos son algunas de las posibles consecuencias del calentamiento global en los Pirineos. Las relata el investigador del CSIC y del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) Blas Valero, un científico que no solo destaca los efectos del cambio climático en este territorio, sino también los de la acción humana en esta cordillera desde hace décadas.

Dentro del IPE, su equipo estudia la evolución de los ecosistemas, echando la vista atrás, hasta cientos y miles de años. Una perspectiva que les permite comparar el pasado con lo que está sucediendo actualmente. «Comprobamos cambios a largo plazo, como el que sucedió en la pequeña edad de hielo, hace 150 años. También, en algunos casos de hace 40 o 50 años, variaciones relacionadas con los usos del suelo, pero pueden tener que ver con los cambios en el clima», relata.

Una de sus actividades pasa por la medición de la temperatura en ibones, lagos alpinos y turberas.

«En los pocos sitios en los que hay series largas hemos observado que las aguas durante el verano se están calentando, algo muy esperable porque son más largos y calurosos en la montaña alta», indica que el experto, que añade que la temporada en la que estas masas pueden estar cubiertas de hielo «se ha reducido a unos pocos días o semanas».

Para ello han instalado termómetros en los ibones. Ya tienen dos años y medio de datos y una de las cuestiones que observan es la gran variabilidad entre unos lugares y otros. Aunque el proyecto necesita más tiempo para conocer bien la evolución de estos medios naturales, Valero no duda de la realidad del cambio climático: «Para saber que hay calentamiento global no hay más que observar las mediciones de temperatura que se están realizando desde hace 100 años». Los datos son claros. «Es un hecho incontestable, lo que hacemos nosotros es ver hasta qué punto está afectando a algunos ecosistemas del Pirineo», matiza.

En ese sentido, indica que en estas montañas el aumento medio de la temperatura es «ligeramente superior» al resto de la península y que está constatada la variabilidad en las precipitaciones, pero recuerda el impacto de la actividad del hombre en estos fenómenos.

«El cambio climático es el motor más importante en algunos ecosistemas pero muchos de los del Pirineo están muy afectados por la acción humana, algunos desde hace cientos de años, con presión a partir de los años 50. Lo que ha hecho es añadir otro estrés en algunos paisajes que de por sí pueden estar más estresados, lo que los puede poner en una situación más complicada», explica.

Sobre el fenómeno, aunque apunta a que ha sucedido en otros momentos de la historia planetaria, destaca la velocidad en la que se está produciendo en este periodo, lo que dificulta la adaptación.

PROYECCIONES

Así, considera que es importante que cualquier planificación del territorio tenga en cuenta los recursos que va a haber en dos o tres décadas, a partir de las proyecciones del cambio climático. Sobre este asunto, ve necesario empezar a aplicar «ya» medidas y recuerda que la cantidad de CO2 y de gases de efecto invernadero en la atmósfera «no van a cambiar en muchos años» aunque cesaran de golpe las emisiones en los próximos años.

Por ello, propone que se genere «una verdadera conciencia global» para avanzar hacia un cambio de los modelos energético y económico. «No hay planeta B del que podamos utilizar recursos», asevera, a la vez que apuesta por huir del catastrofismo y llevar a cabo transiciones «justas».