Entre los 16 equipos de Primera División no hay ninguna futbolista que sea madre. Las condiciones laborales de las mujeres en el deporte español están lejos de ser profesionales, y a la falta de convenios colectivos o una ley que establezca las normas sobre las que poder trabajar se suman unas cláusulas antiembarazo que firman por miedo a quedarse sin trabajo y la imposibilidad de conciliar. Las futbolistas no quieren ser madres en las actuales circunstancias. Por eso, la imagen del Ajax de Ámsterdam renovando a una embarazada —Chantal de Ridder, de 29 años, y después de apenas haber jugado esta temporada— suena utópica en España. Ellas quieren generar el debate para lograr derechos, pero necesitan instrumentos que deben facilitarles clubs, federaciones y Gobierno.

«Hay preocupación entre las futbolistas», dice Laura del Río, jugadora del Madrid CFF y miembro del Comité de fútbol femenino de AFE. «A muchas les gustaría ser madres, pero que serlo no fuera un problema que te llevara a dejar tu carrera deportiva». Teresa Arévalo, diputada de Podemos y portavoz de Deportes, insiste en la necesidad de legislar antes de concienciar. «Esta foto es imposible en nuestro país. El deporte femenino está en las cavernas de la igualdad, y hay que darle los instrumentos a estas mujeres. Urgen medidas legislativas para abordar esto, porque esta situación no pasa en ningún otro ámbito». Desde Ciudadanos también llaman al cambio. Además de presentar varias solicitudes al Congreso para regular esta situación,el diputado de C's, Rodrigo Gómez, afirma que la obligación de cambiar esto reside en el Gobierno. "Queda mucho camino por delante hasta alcanzar la igualdad real entre hombres y mujeres en el deporte. El Gobierno tiene la obligación de actuar. No vale simplemente con dar subvenciones, hay que cambiar la Ley del Deporte, que las Federaciones den las mismos premios, ayudas y becas a hombres y mujeres, lograr que haya más entranadoras, directivas y juezas,...".

COMO EL DOPAJE

Se trata de cláusulas que suponen la rescisión unilateral del contrato y que equiparan el embarazo con el dopaje o una mala conducta. En el 2016, dos deportistas reconocían abiertamente haber firmado estos condicionantes en sus contratos. La futbolista Mariajo Pons no reveló el nombre del club, pero sí el hecho: «Puedo entender el temor de los equipos por perder jugadoras, pero no a costa de hacer cosas ilegales», decía en El Mundo, donde la jugadora de balonmano Begoña Fernández reconocía que estas prácticas «se estilan bastante», además de lamentar el motivo por el que las firman: «Lo que deseas es jugar a toda costa».

Las dificultades no terminan ahí. Una vez que han decidido ser madres, las deportistas se enfrentan a la incapacidad de conciliar. La tinerfeña Jennifer López fue durante un tiempo la gran excepción en el fútbol, siendo la única madre de Primera División. Sin embargo, las circunstancias no fueron las idóneas: tuvo que aprovechar una rotura de ligamento de rodilla, una lesión de larga duración, para cumplir su sueño de ser madre. De lo contrario, según expresó en diferentes entrevistas, ni se lo habría planteado. La jugadora del Tacuense presumía en el 2016 de esta circunstancia, pero dos años después su vida está lejos del fútbol. Ahí está el caso también de la atleta aragonesa Isabel Macías, que perdió la categoría de deportista de alto nivel tras ser madre y el Consejo Superior de Deportes le impide solicitar dos subvenciones valoradas en 7.500 euros.

PROTECCIÓN LEGAL

Ser madre no está contemplado en el deporte. No hay Ligas profesionales ni convenios colectivos. La mayoría de las deportistas carecen de contratos. «No hay una estructura federativa y normativa en la que una señora se queda embarazada y luego puede conciliar», explica la abogada María José López. «Partimos de un vacío donde la mujer está totalmente desprotegida y el convenio laboral es solo para ellos. Es un primer hándicap donde la mujer se encuentra aislada». El problema ya no son solo las famosas cláusulas antiembarazo, sino la capacidad de conciliar.

En un deporte muy condicionado por la precariedad y la falta de profesionalismo, ellas sienten que una interrupción de su carrera puede suponer el fin de la misma. Por ello, desde el sindicato AFE insisten en establecer unas garantías. «Debemos darles seguridad, idear un plan para que no tengan miedo a quedarse sin contrato la siguiente temporada. Estamos batallando dos guerras, la de volver a tener la capacidad física necesaria y la parte económica que te ayude a conseguirlo».

En la denuncia de estas condiciones trabaja la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional (AMDP). «Hay una absoluta discriminación a las mujeres», dice Mar Mas. «Las cláusulas antiembarazo son la punta del iceberg de un problema que existe en la legislación. Hay leyes de igualdad y leyes del deporte, pero si no ponemos en marcha los mecanismos para cumplirlas no podemos hacer nada. Hay que sancionar a quien no cumpla las leyes. ¿Por qué las federaciones, clubs o instituciones han consentido esto?»

Para la diputada Teresa Arévalo, no habría que prohibir algo para lo que no hay derecho. «Tenemos que ponerlo en la agenda política. Lo hemos debatido en el Congreso pero con una PNL no hacemos nada, porque no es vinculante. Méndez de Vigo llegó a decir que si esto pasaba, las deportistas tenían que denunciarlo. Yo no quiero deportistas valientes, quiero que sean iguales», sentencia.