"Ojalá nos trataran como a delincuentes. Saldríamos mejor parados y tendríamos más derechos". Vicente es el nombre supuesto de un guardia civil que lleva más de 25 años en el Cuerpo, de los que una buena parte los pasó en unidades de élite y jugándose "el pellejo". Desde hace varios meses se encuentra de baja médica: "Por defender mi trabajo, por ser honesto y por decir la verdad", explica.

Este agente cometió el error de poner en tela de juicio la orden de un superior porque consideraba que no se ajustaba a la realidad. Con esta decisión firmó su sentencia condenatoria. Igual les ha ocurrido a otros compañeros.

"De nada sirve haber dado todo por este trabajo, en el que me metí por vocación y porque me gustaba. Puedes tener 14 condecoraciones, pero como un día le lleves la contraria a un caimán (en el argot de la Guardia Civil un mando con muchos años) que no sabe dirigir una unidad te puede hacer polvo", añade.

José Carlos --también nombre supuesto-- no comparte tantos años de experiencia en la Benemérita, pero se encuentra en una situación similar. Está de baja psicológica. Llevó sus diferencias con el mando a los tribunales y, al no obtener la razón supo que regresar a su puesto de trabajo, y con el mismo jefe, le supondrá una penalización añadida. "Es el único arma que tenemos para luchar contra las arbitrariedades de un jefe. Lo malo es que, al final, acabas enfermo de verdad porque te pudres por dentro", asegura.

Impotencia. Es la sensación más repetida por los que se consideran víctimas de "las injusticias" en la Benemérita. "La Guardia Civil es civil pero también militar y nuestro código no comparte los principios básicos de la justicia ordinaria. Es el yo me lo guiso y yo me lo como. Los procesos son largos y es como luchar contra un muro", añade otro afectado.

Todos coinciden en que el principal problema está en el Cuerpo. "Que un jefe intermedio lo haga mal y un subordinado intente desenmascararlo no es interpretado como un intento de mejorar. Los mandos superiores creen que es un ataque a la institución. Ellos sólo quieren oír la frase sin novedad", añaden.

Vicente, que por los informes médicos podría obtener la separación definitiva del instituto en breve, asegura: "Si me voy, me iré sufriendo".