No siempre salen las cosas como a uno le gustaría. Tratar de buscar optimismo cuando parte de tus vecinos, de tus amigos e incluso de tu familia ve con dolor cómo lo que hasta ayer fue su medio de vida se ha acabado, no es nada fácil.

El derrotismo es un monstruo poderoso, es humano interrogarse una y otra vez cómo hemos llegado hasta aquí y buscar culpables. Pero estoy seguro que ese doloroso bucle no nos va a solucionar el problema.

Me da mucha pena y rabia ver cómo hemos sido utilizados, aprovechando nuestra situación de vulnerabilidad, por unos y por otros que en ocasiones han intentado buscar réditos electorales o simplemente una bonita foto, pero estaba hablando de optimismo, casi lo olvido, discúlpenme.

Vivimos en un territorio maravilloso, con recursos endógenos capaces de crear riqueza y empleo, así lo demuestran empresas como Samca, Torogips, DS-Smith, Térvalis y otras muchas. Me niego a pensar que con el fin del carbón y el fin de nuestra central térmica llegamos al fin del camino, ¡quiero seguir caminando!

Hemos estado esperando a que nos solucionaran el problema nuestros gobernantes y nos han demostrado que estábamos equivocados, que no podemos ni debemos esperar más. Hemos de trabajar en equipo para solucionarlo y en ese equipo también tiene que estar USTED, sea quien sea: aunando esfuerzos, optimizando recursos, compartiendo información, abandonando los localismos y los egos, conectando a nuestras empresas e instituciones y bajando al planeta tierra a quienes dirigen nuestros destinos: señores ¡nos estamos jugando el futuro de todos!

En estos últimos meses he tenido la suerte de conectar con grandes profesionales de diferentes ámbitos que, en la mayoría de los casos, nada tenían que ver con el Bajo Aragón y que aun así han colaborado en la búsqueda de soluciones y siguen haciéndolo con ilusión.

Todo un reto teniendo en cuenta los pocos recursos que dispone la asociación que represento. Es posible que su trabajo no dé los frutos tan abundantes y lo rápido que a todos nos gustaría, el reto es mayúsculo y los recursos escasos, pero quiero aprovechar este espacio para agradecerles su esfuerzo y especialmente su desinterés económico.

Encabezaba estas líneas citando una conocida canción de Julio Iglesias de 1968 La vida sigue igual y quiero concluir también con ella. «Siempre hay por quién sufrir y a quién amar», a buen seguro que usted también lo siente así.