Teresa nunca destacó por su excentricidad. En realidad, su carácter ha sido, más bien, introvertido. Una persona tranquila, que pasa por la vida "a los suyo, sin meterse con nadie y en paz", como asegura su familia. El próximo 25 de febrero cumplirá 108 años, lo que le convierte en la persona más longeva de Aragón. "Haremos una gran fiesta, como venimos haciendo desde que se convirtió en centenaria", garantiza Laura, dueña de la residencia de ancianos de Aínsa, donde Teresa, abuela de dos nietas, Paula y Marta y de dos biznietos, Sergio y Antonio, es "todo un símbolo".

La vida de esta oscense, nacida en Javierre de Bielsa en 1907, estuvo marcada por la Guerra Civil y su exilio a Francia, donde tenía dos hermanas. A su regreso a España ya sabía hablar el idioma galo con fluidez y lo entendía a la perfección. "Y todavía lo hace", asegura Alicia, una de sus dos hijos.

Teresa se casó y se fue a vivir a Salinas durante 12 años, hasta que falleció su marido. Después conoció a Pedro, con el que contrajo matrimonio y tuvo a Alicia y Pedro, y fijó su residencia en Tella, lugar que ya no abandonó. "Era un pueblo pequeño, con apenas cinco o seis casas. Ahora apenas quedan dos", recuerda su hija.

La longevidad de Teresa no tiene secretos más allá de una alimentación "buena" y tranquilidad, mucha tranquilidad. "Nunca ha sido de hacer mucha mala sangre ni de enfadarse demasiado sino que siempre se ha destacado por ir un poco a lo suyo", subraya Alicia, que admite, asimismo, que su madre tampoco ha sido "demasiado" cariñosa. "Introvertida, ya le digo. Ni ha sido de meterse mucho en la vida de los demás ni de dar excesivas explicaciones. Siempre ha dicho que ella es dueña y señora".

Aunque, quizá, la jota esconda una de esas claves para superar ampliamente la centena. O eso, al menos, sostiene Laura desde el centro donde Teresa es, sin duda, una referencia. "Nos ha contado que siempre le ha gustado mucho bailar la jota pero es que ahora también se arranca, de repente, y te la canta al oído. De hecho, nos promete una si le alcanzamos cualquier cosa o hacemos algo que nos pide", dice. Su familia corrobora la afición. "Bailaba muy bien, es verdad. Y ahora, con casi 108 años, además canta. Como puede, pero lo hace", confirma Alicia.

El paso de los años le ha abocado a una silla de ruedas que sus cuidadores utilizan para desplazarla. "Usa el andador y va bien, pero no se fían y, por si acaso y ante una posible caída, prefieren llevarla en silla de ruedas como es normal", apunta su hija, que, orgullosa, resalta que su madre "no se queja de nada ni le duele nada. Además, de humor anda bien a pesar de pequeños roces con algún compañero de residencia", dice Alicia, que apunta que "siempre hay con quien te llevas mejor y otros con los que no tanto o no tienes trato".