Detrás de la alargada fachada blanca del edificio de Schindler hay una poderosa historia que ha marcado este rincón de Zaragoza, configurando una decisiva huella de identidad. El elegante edificio es una de las joyas de la muy menguada ya arquitectura industrial de Zaragoza, que ve ahora peligrar su existencia. Ronda de nuevo la piqueta --tan activa en la historia de la capital aragonesa-- para esta obra del arquitecto Miguel Angel Navarro, el mismo autor de la casa Soláns, proyecto de estilo radicalmente diferente y que el ayuntamiento está recuperando ahora.

En el caso de la fábrica hay que situarse primero en los años 40, cuando todavía esta zona se llamaba Montemolín. Después, la calle Miguel Servet dividiría este ámbito en dos: San José y Las Fuentes. En este último barrio ubicó el empresario Joaquín Guiral (Lascellas, Huesca, 1889), fundador de Giesa (Guiral Industrias Eléctricas S. A.) su próspero negocio, después de sucesivos cambios de sede por necesidades de espacio. Guiral adquirió en octubre de 1942 estos terrenos, situados en las afueras, pero bien comunicados por tren (la Estación de Utrillas) y por tranvías, que tenían allí su sede. El empresario vio en la adquisición de los terrenos una excelente posibilidad también de hacer negocio inmobiliario, pero finalmente su idea no prosperó.

Guiral impulsó allí su negocio electromecánico, con un nuevo recinto que comprendía una superficie útil de 34.000 metros cuadrados. Miguel Angel Navarro y su hijo José Luis Navarro Anguela comenzaron la construcción del edificio, dotándolo de una dignidad arquitectónica poco frecuente en el terreno industrial de la posguerra. Ellos se propusieron realizar, según dejaron escribieron, "una construcción sencilla, excluyendo en lo posible toda cosa superflua" . Se propusieron, en ese elegante segundo plano que se aleja de la carretera, levantar un ejemplo de arquitectura moderna, en la que todo resultara "razonado". La propuesta de ejecución de obra ascendió a cinco millones de pesetas y se incluyó, en tiempos de posguerra, un anexo con un plan de diseño de refugios antiaéreos para los trabajadores. El edificio racionalista se terminó el 12 de junio de 1945, con una lograda presencia, un empaque que pasaba, entre otras cosas, por la magnífica puerta-catedral, donde los visitantes se hacían la foto de rigor.

Giesa fue creciendo, consolidando su presencia y aumentando el espacio. El empresario Joaquín Guiral falleció el 26 de septiembre de 1950, dejando tras de sí una obra muy sólida y que más tarde confluiría en Schlinder.

El edificio de Giesa en Las Fuentes se fue expandiendo poco a poco con nuevas naves por la parte de atrás, cubriendo un fuerte terraplén. El desnivel se fue llenado con escorias y tierras de la fábrica de elctrodos y otros materiales sobrantes. Todo eso configuró espacios de poco valor. El auténtico interés está delante, en ese edificio de aspecto colonial, que ahora está en peligro de perderse.