Miles de personas salieron ayer a la calle en la tradicional jornada reivindicativa del Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo, para reclamar unas subidas salariales que la salida de la crisis está hurtando a la mayoría de trabajadores, según los sindicatos. En las principales manifestaciones de este año se incluyeron por primera vez dos elementos nuevos; el protagonismo de los pensionistas como motor del cambio social y las protestas por la sentencia del caso La Manada. Los convocantes, CCOO y UGT, calculan que en las 80 manifestaciones convocadas en toda España participaron unas 500.000 personas.

Decenas de miles de manifestatantes (unos 50.000, según los organizadores, y 12.000 según la Delegación del Gobierno) se manifestaron en Madrid, en la marcha más multitudinaria de España. El ambiente reivindicativo y feminista, marcado por las últimas movilizaciones de las mujeres contra la brecha salarial y la sentencia del caso de La Manada se dejaron notar. Bajo el lema Tiempo de ganar. Igualdad. Mejor empleo. Mayores salarios. Pensiones dignas, los sindicatos tomaron la Puerta del Sol tratando de lanzar un mensaje de fuerza ante lo que consideran un intento de desprestigiar el movimiento sindical. En la marcha estuvieron presentes algunos líderes políticos como el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez; el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y su compañero Íñigo Errejón, y el coordinador confederal de IU, Alberto Garzón.

Los líderes sindicales quisieron trasladar la idea de que, después de la recuperación económica, «o hay reparto de la riqueza o habrá conflicto» y dejaron clara su voluntad de «impulsar» ese proceso de protesta. De hecho, el sindicato CIG anunció la convocatoria de una huelga general en Galicia para el 19 de junio contra las políticas «antisociales, antigallegas y antiobreras» del PP. «Este país crece y genera riqueza, pero cada vez menos gente acapara más dinero», advirtió el secretario general de UGT, Pepe Alvarez.

Durante la manifestación, que partió de la plaza de Neptuno en dirección a la Puerta del Sol, se pudieron ver lemas como No es no, Empleo de calidad y Menos chorizos, más huevos. En la manifestación de Barcelona, mismo tono y parecidos mensajes, con colectivos concretos que aprovecharon la jornada para lanzar sus reclamaciones. Fue el caso de los defensores del área de la ciencia (‘Sin ciencia no hay futuro’); los vilipendiados trabajadores de la dependencia (‘Contra la precariedad’, ‘Por una tercera edad digna’); o incluso representantes de alguna empresa en conflicto (por el convenio de Abertis).

INDIGNACIÓN

Las mujeres aprovecharon el Primero de Mayo para dejar clara su indignación por la reciente sentencia de La Manada a gritos de No es no y No es abuso, es violación. Tanto Álvarez como el líder de CCOO, Unai Sordo, acudieron a la manifestación con pañuelos morados en solidaridad con las féminas y no perdieron ocasión de nombrarlas en sus discursos. «El 8 de marzo y la historia que han escrito hace unos días las mujeres de manera inmediata después de conocer la infame sentencia de La Manada asegura que las mujeres no están dispuestas a continuar viviendo en una sociedad patriarcal que les niega sus derechos», subrayó Álvarez antes de afirmar que este 1 de mayo es «morado, lila, violeta» y que sirve para decir «basta»: «Ni un acoso más ni en la empresa ni en la calle, ni un asesinato más». En este mismo sentido se manifestó en su discurso final en Zaragoza el líder de CCOO Aragón, Manuel Pina, que denunció cualquier tipo de acoso hacia las mujeres.

Al término de la manifestación, Álvarez y Sordo expresaron su satisfacción por los datos de asistentes en toda España, que cifraron en «medio millón». Durante la lectura del manifiesto, ambos líderes proclamaron que hay que «disputar» los salarios en la negociación colectiva con una propuesta sindical «potente y ofensiva». «No puede ser que la patronal, instalada en el ventajismo de la reforma laboral del PP, bloquee la negociación colectiva», dijo Sordo, quien teme un gran recorte en las prestaciones de los jubilados. Álvarez recogió el testigo: «Tenemos un problema de ingresos, no de gastos, y sobre ellos se ha de actuar», dijo.