La huelga del 8--M pasará a la historia como un punto de inflexión frente a la sociedad patriarcal y el machismo secular en España (y en medio mundo). La actitud decidida de las decenas de miles de mujeres que se manifestaron ayer marcará una raya, un antes y un después en la lucha por la igualdad, así como en el rendimiento de los observatorios de equiparación de género. A partir de hoy, no podrá afirmarse sin faltar a la verdad que en España no existe conciencia de las injusticias que victimizan a la mujer española (y de tantos otros países) ni voluntad para corregirlas. Se ha dado, avanzado, un paso sin retorno posible hacia el objetivo de cambiar el modelo.

Formulada claramente la voluntad popular, comienza ahora la tarea de ponerla en práctica. Pues de nada servirá el 8--M si no se ven pronto los resultados de su justa lucha en distintos escenarios: empresa, familia, colegio, universidad, sindicato, equipo, periódico, partido político, confederación empresarial, iglesia, monarquía, sociedad española en su conjunto.

Para alcanzar objetivos habrá que actuar en todos los frentes: legislativo, educacional, salarial, familiar, social... allá donde la vigente Ley de Igualdad se incumpla habitualmente. Habrá que verter a la opinión y denunciar nombres, los de las trincheras del machismo, allá donde las mujeres sean vejadas o marginadas. Nombres de empresas, de siglas políticas, de particulares, de acosadores. Nombres concretos, en negrita, para que destaquen en clave de denuncia, advertencia y prevención, y para que cuando lleguen a los Juzgados, por sus incumplimentos legales, laborales, o por haber infringido auxilios económicos u órdenes de alejamiento sientan más cerca las condenas. Si no hay nombres, si no se denuncia al maltratador laboral, al acosador, no habrá resultados. En Hollywood han puesto en la picota a una docena de acosadores, pero los sindicatos o las actrices españolas no han denunciado a nadie. ¿Ningún director, productor, actor español ha martirizado o vejado a una actriz? Venga ya...

Si imitamos este mal ejemplo, si la protesta se queda en pancarta, en algarada la manifestación, en esperanza la apuesta nada ocurrirá y todo seguirá igual.

La lucha no ha hecho sino comenzar. Para ganarla hará falta un ejército de voluntades, de razones y, seguramente, de abogados.

Hasta la victoria final.