El próximo día 13 de junio se cumplirán tres años de mandato del Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) y solo un viraje inesperado le salvaría de convertir el año que resta antes de la próxima cita electoral, en el 2019, en doce meses de legislatura finiquitada de antemano. El clima de tensión actual está muy marcado por su decisión del pasado 9 de febrero de expulsar a la oposición de la toma de decisiones en las sociedades municipales. Han transcurrido ya más de cien días de aquello, que solo le ha proporcionado capítulos de agonía y soledad. El último, la semana pasada, con los concejales de los otros cuatro partidos de la corporación (PP, PSOE, Ciudadanos y CHA) posando juntos en los juzgados personándose en la causa que, previamente, el equipo del alcalde Pedro Santisteve había decidido judicializar. En ese marco se encuadra en Zaragoza la moción de censura al Gobierno de Mariano Rajoy, que le ha venido como agua de mayo a la confluencia.

COHERENCIA

Los movimientos que en los próximos días y semanas se producirán en la escena política a todos los niveles van condicionar la evolución del absoluto cisma que se vive en el consistorio. Sobre todo teniendo en cuenta que si el Gobierno central actual salta por los aires lo hará sin haber presentado el recurso de inconstitucionalidad del articulado de la ley de capitalidad que permitió la decisión del 9-F, que estará vigente como mínimo hasta el final del mandato. Eso sí, ZeC no estará obligado a rectificar pero se mantendrán todos los fondos bloqueados.

Para sí querría Pedro Santisteve una moción de censura como la de Rajoy. Hace tiempo que toca en Zaragoza una moción de confianza, pero el alcalde no puede hacerlo cuando quiera. La de censura, en cambio, la presentarían quienes hoy intentan aferrarse al timón estatal, y deberían decidir si la apoyan los mismos que en su día le pusieron a él en la Alcaldía y que hoy, pese a sus insultos y críticas (tantas como afrentas de ZeC), le mantienen con el bastón de mando bien sujeto.

El PSOE y ZeC no son amigos con derecho a roce, sino enemigos íntimos. Pero a los socialistas les va bien todos los reveses (judiciales y políticos) que se lleve Santisteve mientras nadie se pregunte quién sustenta a este Gobierno que, según ellos mismos dicen una y otra vez, es tan incapaz, autoritario, sectario... La respuesta es tan sencilla como incómoda: ellos y CHA son sus apoyos.

Las dos formaciones de izquierdas se han metido, por voluntad propia y con motivación suficiente tras el 9-F, en una oposición unida que ahora se pondrá a prueba. En esa amalgama de fuerzas en la que los matices son siempre decisivos, les penaliza hacerse fotos con el PP de Jorge Azcón -como la del pasado jueves el mismo día que se anunciaban las condenas de la Gürtel y un día antes de la moción de censura a Rajoy-, y será casualidad pero... incomoda. Lo mismo que a Cs que, como se sabe protagonista a nivel nacional y recibe cada vez más guiños del PSOE de Aragón, lo mejor que puede hacer en Zaragoza es pasar desapercibido. Total, su alcaldable para el 2019 lo decidirá el partido y cuando ya haya pasado todo.

En ese punto está la política hoy en Zaragoza. Y a nadie se le escapa que puede que el líder de los socialistas en pocos días necesite tener de su lado a Podemos e IU que, en un momento de máxima sintonía y ya planificando su estrategia electoral para el 2019, seguro que le recuerdan que la capital aragonesa es un vaso comunicante más y que al PP, ni agua en ningún sitio.

Mientras, el grupo municipal socialista se ve de nuevo en la tesitura de demostrar si es el equipo indómito que defienden ser, ajenos a conflictos de su propio partido o a pulsos de otras instituciones, o dan muestras de respirar al ritmo de las pulsaciones que tenga el presidente aragonés Javier Lambán.

LOS JUZGADOS

En este sentido, las relaciones institucionales serán un buen termómetro. Hacer que la cesión de una parte de los juzgados sea coser y cantar como decía la DGA hace un año o papel mojado, como apuntó estos días, se verá en una bilateral que se celebrará en junio. A la que también se llevará el recibo impagado del ICA o la deuda del tranvía, que puede que sea lo que moje todos los pactos de palabra.

Anticipar el final de la legislatura genera un riesgo evidente de dejar en el tintero asuntos de calado. Como el Plan de Movilidad Urbana Sostenible, que necesita mayoría y será complicada así. Al tiempo que están en riesgo las cesiones de la avenida Cataluña y del cajón de vías para prolongar Tenor Fleta, por un Ministerio de Fomento que se quiere derrocar.

No está mal planteado el escenario: presupuestos aprobados, plurianuales en año preelectoral e impuestos que no se tocarán... La gestión será pura inercia. Así, una ruptura en tiempo y forma permite centrarse en sus primarias y afrontar un otoño que se prevé calentito en ambos. Para entonces, el incendio provocado por el ya excoordinador del grupo municipal, Guillermo Lázaro, a propósito de su viaje a Nueva York pagado por el partido ya será cenizas. O quizá el punto de ignición.