La localidad de Boquiñeni ha logrado construir ya un canal de 300 metros desde la entrada del pueblo hasta el río Ebro para desviar una de las tres enormes balsas de agua que descienden hacia el municipio desde el lugar en el que se rompió el canal Imperial. Los agricultores y ganaderos cuyos terrenos aún están anegados creen que la solución ayudará algo, pero se muestran aún preocupados. "Todavía debe bajar muchísima agua y habrá que ver si con el canal evitamos que entre al pueblo. Pero además, están apareciendo simas en los caminos. Y tenemos agua para 15 días por lo menos", explicó Lorenzo Cuartero, uno de los ganaderos más perjudicados.